LA GRAN FAMILIA

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lunes, 31 de enero de 2022

"MI PRIMERA VEZ..."


(EN 2023 QUE SE CUMPLIERON 95 AÑOS DE HISTORIA DE PARADORES, ME PARECIÓ ADECUADO EMPEZAR EL AÑO PIDIENDO A MI QUERIDO JESÚS QUE REEDITARA EN MI BLOG ESTE PRIMER ARTÍCULO QUE ESCRIBÍ EN 2009, Y QUE TRATA DE NARRAR CÓMO Y DÓNDE NACIÓ MI PROPIA HISTORIA CON PARADORES, CON SU AQUELLA QUERIDA "GRAN FAMILIA" ÚNICA E IRREPETIBLE EN EL MUNDO. NO HACE 95 AÑOS DE ELLO... PERO SI 50, QUE NO ESTÁ MAL, QUE HA SIDO UNA DE LAS MEJORES COSAS DE MI VIDA...


(Publicado en este Blog en 2012 para inaugurarlo)

"MI PRIMERA VEZ..."
Una vez presentado el Blog en el artículo anterior, es hora de proseguir contándoos de una forma coherente y ordenada, esta historia de amor de la que os escribía y que nació en Ávila.
Mi historia con Paradores comenzó en los años 60. Había empezado a trabajar de aprendiz en la clínica de un estomatólogo de "altísimo copete" que estaba en la calle de Velázquez, por donde vi pasar en aquellos años sesenta a la mayoría de la alta sociedad madrileña (incluso española, pues también venían de fuera).
Una tarde oí hablar a una clienta, marquesa de algo que no recuerdo, del "Parador Nacional (así se llamaban entonces) de Ávila".
A mí, de muy niño, me habían llevado a Ávila precisamente, a las colonias del franquismo dentro del PIO (Principio de Igualdad de Oportunidades, que llamaban entonces), un plan en el que enviaban a los niños y niñas (separados claro) más enclenques a reponerse en verano después del colegio. Había sido mi primer viaje fuera de Madrid, independientemente de los que hacía al pueblo de mis abuelos, con quienes me mandaban mis padres también para que engordara un poco (ahora no sé cómo adelgazar... y menos desde que empecé a degustar la excelente cocina de las distintas regiones en nuestra querida Red).
Una mañana de aquel viaje, al pasar por la calle de Marqués de Canales y Chozas, me separé del grupo y de mis maestros atraído por un montón de rosas que había en un jardín de un precioso Palacio, subí incluso las escaleras  de su entrada (siempre fui un niño curioso), y me  llevé un susto de agárrate y no te menees cuando me tropecé con una  armadura que, hoy, como yo, tiene muchos más años pero resiste. Se me quedó muy grabado todo aquello en el "disco duro".
Cuando, años después, oí hablar del Parador de Ávila a aquella señora mientras la pulían un diente, recordé lo que me dijo mi maestro entonces, y supe que era el sitio de mi escapada,  me entraron muchas  ganas de conocerlo, pero pasar una noche en él costaba diez veces, o más, lo que yo ganaba al mes.
Ahorré y ahorré pensando en las rosas, en la armadura, en aquella preciosa tienda de "La Flor  de Castilla", donde las monjas vendían sus famosas yemas. En los Cuatro Postes, en la espadaña con cigüeñas que, precisamente se encontraba en el recinto del jardín de las rosas del Parador. De  mis baños,  con los demás  niños en el río Adaja…
Hacía mientras varios  viajes a  Ávila en los que siempre veía el Parador por fuera pero ya no me  atrevía a entrar, entonces era adolescente y, cada vez, más cortado.
Por fin, siendo aún adolescente, llegó el momento de volver a Ávila en un tren de aquellos, preciosos hoy, pero de los que entonces no pensábamos lo mismo, de vagones de madera y asientos de tablillas que se te marcaban en las piernas, pues entonces siempre íbamos en pantalón corto, pero esta vez volví para alojarme en el edificio de mis sueños.
Jardín interior del Parador de Ávila
Me resulta imposible describir cómo me gustó, lo que sentía pudiendo dormir en un palacio, en mi país, donde adivinaba otras  historias, donde todo era tan generoso, donde me   ¡regalaban jaboncillos del maravilloso olor de La Toja...! Además, por qué negarlo, debía tener algún gen de algún rico antepasado porque sabía ya distinguir y disfrutar lo bueno, de la misma forma que sabía luchar y resistir contra lo malo si era preciso. ¡Inolvidable aquella temprana estancia, cuando abría mi balconcillo veía directamente enfrente, la espadaña. Era como  mía!
Pasó después bastante vida, volví otra vez con una amiga, que hoy ya no está en mi vida; volví con mi hermano pequeño cuando le licenciaron de la mili y andaba muy desorientado el hombre hasta que encontró un trabajo. Y así hasta que conocí el amor, y en cuanto puede, le enseñé "mi Parador".
Hoy son ya muchos más los Paradores que han acogido distintas épocas  de mi vida, pero hay uno  que es "el Parador base", al que vuelvo en los mejores y en los peores momentos. Como  yo mismo, ha crecido, pero sin perder su coherencia.
Ahora ya es  más fácil comprender por qué mi recién inaugurado blog se titula como lo hace.  La verdad es que los tiempos de alguna manera, impensable, manera, en algunos aspectos se van tornando a parecerse a aquellas primeras “colonias turísticas” que conocí en los 60, pero como en cualquier tiempo puede encontrarse algo positivo en cualquier momento de la vida ¡Siempre me quedará Ávila!"












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