LA GRAN FAMILIA

LA GRAN FAMILIA

lunes, 18 de marzo de 2013

EL PARADOR DE CÓRDOBA "LA ARRUZAFA" ¡UN PARADOR DE ALTURA!



“Oh excelso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran rio, gran rey de Andalucía,
de arenas nobles, ya que no doradas!...”
(Luis de Góngora (Córdoba 1561 1627)

Córdoba desde la terraza de nuestra habitación
Había ido varias veces a Córdoba a lo largo de mi vida; había estado hace muchos años en la bonita boda de una amiga que integró uno de los grupos de teatro “amateur” a los que pertenecí, que además de buena actriz era muy organizada, y ella se encargó de decidir y reservar el hotel en el que tendría que alojarme, bonito, pero no era el Parador porque, decía ella, entonces, que quedaba muy lejos.
Había vuelto otras veces, desde que el AVE llegó a Córdoba, esta inolvidable ciudad-escenario por su belleza se convirtió para los madrileños en una excursioncita larga, pero los programas que incluían, también entonces, tren+hotel no parecían reparar en el impresionante Parador de  LaArruzafa. Ante mis preguntas siempre obtenía la misma respuesta, que estaba lejos del centro, que Córdoba tenía una buena oferta hotelera y contaba con hoteles buenos, etc. Y yo iba una y otra vez a Córdoba, y lo veía siempre ahí en las alturas, con su moruno color, envuelto en una inmensa mancha verde y naranja, y por la noche con un haz de luz añadido que lo hacía aún más deseable para mí, pero nunca llegaba al Parador de Córdoba, como nunca quise acercarme solo a su cafetería, incluso a su comedor, pues pensaba que el día que por fin atravesara su puerta, tendría que ser para vivir en el.
 

Lo que no imaginaba, el destino ya se sabe, es inescrutable y a menudo caprichoso, era que el día que vería Córdoba desde la altura de la Red hostelera más importante de España, y la más singular en el mundo,  llegaría al hotel más hermoso que he visto en Córdoba entre naranjos amor y amistad, para pasar en el la última Nochebuena de mi vida hasta ahora. Y que el Parador de la Arruzafa no estaba lejos de nada; estaba por encima de todo, y que por eso ningún otro en esa hermosa ciudad puede mostrar lo que se muestra en el, y ofrecer lo que en el se ofrece, lo que jamás ha podido, ni podrá ofrecer, ninguna otra Red hostelera que no sea PARADORES.
El Parador de Córdoba es entrar de golpe y aroma en ese mundo que adoro tanto como a la Red pública: Al-Ándalus.
El origen del Parador radica en la finca Al Rusafa, donde la historia relata que Abderramán I, que había nacido el año 731 en Dayr Hanina, próximo a Damasco (Siria), y que se proclamó emir de Córdoba el año 756, en su Mezquita, tras haber conquistado la ciudad, inició la construcción del Palacio de Al Rusafa, y ordenó traer una palmera que plantó en el jardín, dedicándole un poema en el que comparaba la ubicación de la palmera con su propia vida, ya que ambos eran extranjeros en esa tierra. Varios poemas más inmortalizaron esta residencia.
Siglos después, en el mismo emplazamiento se construyó el Convento de San Francisco de la Arruzafa (que según algunas fuentes, el pueblo de Córdoba conocía como de San Diego). El Convento funcionó como tal hasta la desamortización de 1836, y pasadas unas décadas fue adquirido por Juan Rizzi para la construcción de una fonda.
Parte de la gran familia de PARADORES, los que los hacen posibles
Ya en la década de nuestros años 40 la Sociedad Carbonell, que ya era propietaria de la finca, la vendió a las familias Montijano-Carbonell, Fresneda-Carbonell, y al Sindicato de Iniciativas y Turismo de Córdoba, para la construcción de un Parador Nacional de Turismo. Y la propia familia Carbonell la vendió a la ciudad por un precio simbólico para la construcción del Parador, refrendando posteriormente la cesión totalmente gratuita de la propiedad de la finca a la sociedad estatal encargada de la construcción de Paradores Nacionales de Turismo, quienes encargarían al arquitecto Manuel Sainz de Vicuña García-Prieto el diseño del Parador, que abriría, si no me equicoco, en el año 1960.
Por tanto, y dicho de paso, el edifico en la actualidad pertenece al Patrimonio Inmueble de Andalucía, como tantos otros pertenecen al patrimonio de otros lugares de nuestra geografía, y que, de la misma forma, fueron cedidos con la condición de que albergasen Paradores. Cuestión insalvable, afortunadamente, que sería muy útil y deseable que se aprendieran nada más llegar los ministros y ministras del Ramo, así como las presidentas y presidentes de PARADORES, para que, en lo posible, se abstuvieran de amargarnos las Navidades y la vida a los que amamos, o viven humildemente de su trabajo en esta histórica, incomparable e irrepetible red pública hostelera, que no parece ser muy entendida por sus altas Direcciones, aunque sí muy codiciada.
Distinto es que se devanen los sesos buscando triquiñuelas privatizadoras de gestiones, que si en algo deberían tocar, es para mejorarlas, optimizarlas, pero no enajenarlas con trucos "colaboracionistas público-privados" (que tan nefasto resultado están dando al país en otros ámbitos) ni sacar beneficios propios totalmente ajenos al patrimonio, y al respeto, de la ciudadanía. Esperemos, y luchemos, porque no lo consigan.
Pero volvamos a los que amamos PARADORES y dejemos por ahora a quienes deseen destrozarlos.
Durante el ascenso al Parador de Córdoba ya puede ser uno consciente una vez  más del peso de los mitos, los prejuicios, los tópicos que, desafortunadamente, tanto daño pueden hacer en la vida; es uno consciente de que el Parador ni está lejos ni no, sino que para poder contar con el paraíso inigualable que le rodea, con ese microclima que le pertenece, con esa explosión de naranjos vigilados por las palmeras que trajo Abderramán I, ya hemos dicho, las primeras de Europa, y con la mejor vista sobre la ciudad de los Califas que pueda existir, no podría estar en otro lugar que en la falda de la sierra cordobesa. Situación que, lógicamente, debe ser tan envidiada por otras cadenas hoteleras.
Además ¿lejos para quién? Pues supongo que no será igual el concepto lejos para los que como yo hayan nacido en ciudades inmensas, y deban recorer a diario buena parte de su extensión, que para otras personas que hayan nacido y vivido gran parte de su vida en localidades mucho más pequeñas.
Recepción y Salón de Entrada del Parador de Córdoba "La Arruzafa"
Lo que sí queda claro y notorio nada más atravesar su puerta de entrada es que estamos ante uno de esos grandes hoteles, impresionantes, elegantes, señoriales… y en este caso arabizantes, como podría ser el Alhambra Palace en Granada, u otros que tanto he disfrutado por mi apego a la cultura andalusí. Grandes hoteles que han marcado una época en nuestro país y en las grandes ciudades europeas, por los que han discurrido una parte muy importante de su cosmopolitismo.
El “hall” y el salón de entrada del Parador de la Arruzafa son, sencillamente, impresionantes, tanto como luego descubrimos que lo serán numerosos rincones del Parador.
Pero además de estar en un gran hotel, estamos, queda dicho ya, en PARADORES, y eso significa que desde que nos acercamos al mostrador de Recepción comienza a estar uno en familia, acogido por la mayor y más impresionante Red pública hotelera; significa que la mano de Juan,por ejemplo, su mirada de empatía, de afecto podría decir, ya está repartiendo acogimiento, amabilidad, calidad y leyenda, aún en las circunstancias tan zafias y desfavorables en las que la Dirección de la  Red tenía a su personal justo en tan señaladas fechas.
Hombres de PARADORES, la simbiosis que los sustentan desde siempre; trabajadores y clientes
Me gustaría hacer un aparte en este momento del artículo, desde luego totalmente apartado de la conducta de quienes nos recibían y de cualquier otro miembro de cuantos Paradores he visitado en esas condiciones, para alabar la profesional discreción, que no la falta de valentía, para afrontar la perplejidad, en mi caso la indignación, no hacia ellos claro está, por la trágica y deleznable situación que a trabajadores, clientes e institución, nos estaban, y siguen, haciendo pasar la nueva Dirección de la Red.
No era necesario tampoco, en absoluto, ese atentado a la democracia, a la libertad de expresión del personal, como me consta que ha sucedido y está sucediendo, por parte de la dirección de la cadena, estableciendo normas, desde mi punto de vista represoras y más dignas de otros regímenes, para reprimir la conducta o intervenciones de los trabajadores en la redes sociales, etc.
Eso es tanto como no conocerlos, que claro está no conocen. Las mujeres y los hombres de Paradores tienen, en no poca parte desde la cuna, un sentimiento de pertenencia, de amor a la Casa y su historia, que, muy al contrario de intentar perjudicarla o difamarla, la protegen a ultranza, sin que les sea posible no quererla. Opino que así les ha pasado lo que les han hecho, utilizando su "corazón de Paradores". Es difícil entender esta situación de “tente mientras cobro” a la que nos están sometiendo quienes la regentan en la actualidad. Es más, pienso que si no fuera por ese sentimiento de pertenencia, esa implicación, por el corazón que ponen en el trabajo la inmesa mayoría de sus trabajdores y trabajadoras, a la Red en este momento, con la dirección que tiene, le iría muchísimo peor.
Pero volvamos a la luz, volvamos al hall del Parador de Córdoba recibidos por Juan, como lo podríamos haber estado por Manuel, por Pilar… por cualquier buen profesional miembro de esa gran familia.
Detalle de la habitación del Parador de Córdoba
Una vez pasado el espectáculo del encuentro con la habitación y con Córdoba desde ella, para el que una vez más os pido que miréis las fotos y videos, pues cualquier cosa que yo pueda escribir va a quedar más empalidecida que esa visita virtual que hago para vosotros (bueno sí que deseo señalar algo que dado mis propios gustos, y que nunca antes había visto así en la habitación de un Parador, me hizo la estancia aún más feliz: y fue ese acogedor vestidor con puerta y dos lados, y espejo, en el que me sentí niño otra vez. Vinieron a mi cabeza las veces que me refugiaba en algo parecido en mi casa de origen, mucho más humilde que el Parador en todos los sentidos, cuando me enfadaba, cuando hurtaba a mi madre el chocolate en exceso que no quería que tomara, cuando me quería sentir solo y protegido. Tanto es así -como sabéis no me corto mucho en contar mis sentimientos-, que le dije a Jesús que me iba a sentar un ratito en el vestidor, cerrado, sentado en la banqueta del cuarto de baño. Jesús, después de 19 años juntos, ante estas situaciones no pregunta solo sonríe, o ríe, depende del caso. Y esta vez, cuando salí de mi agridulce y voluntario encierro, sentados en la terraza, ya al aire y el olor de los jardines árabes, tuve algo más que contarle ¡Parece imposible, después de 19 años!).
Al fondo la Mezquita
Una vez pasado el encuentro con la habitación decía antes, bajamos a la cafetería, al encuentro de las croquetas y otras cosas ricas más, con una impresionante cerámica verde rodeando la barra que me dejó anonadado; a mirar el comedor para la noche siguiente, que sería Nochebuena… y apenas nos habíamos sentado cuando llegó a saludarnos una de esas personas que más que ser de Paradores, son PARADORES en sí mismas desde hace muchos años, por su forma de desempeñar la profesión, por lo que saben, por lo que callan, por lo que valen… Estuvimos un buen rato hablando con Manuel Merino, Jefe de Comedor de La Arruzafa, que me llevó al mismo restaurante en el que nos recibiría con su equipo al día siguiente. Cuando “Manolo”, como le dicen sus compañeros, y si el me lo permite, digo yo aquí, se marchó, la sensación que ya teníamos antes de que el Parador de Córdoba era nuestra casa, fue aún mayor.
El paseo nocturno por los jardines me llevó también a mi querida Granada sin dejar de estar en Córdoba, es gran parte de lo que tiene la cultura Al Ándalus, que han dejado España sembrada de lo que amo ¡Una gran suerte no cabe duda!
Si habitualmente me es imposible, es más creo que me debe ser, comer o cenar en un Parador, ser atendido por alguien de su plantilla, sin preguntarle cual es, si la ha habido, su ruta por la Red (espero que eso no lo prohíban desde la cúpula…) en la noche de Nochebuena, donde los sentimiento están más a flor de piel, en las que, en las cuatro ocasiones (Alarcón, Plasencia, Nerja y Córdoba) que he cenado en un restaurante de Paradores, a pesar de ser los primeros en entrar al comedor y en irnos siempre he tenido la sensación de estar arrebatando a las camareras, los camareros, al personal de cocina, el tiempo de estar con su familia, lo que me apetecería es que se sentaran todos con nosotros. Cuando yo digo que son mi familia, no es de pacotilla, lo digo porque lo siento, y por tanto esa noche su sitio estaría más sentados a mi mesa que de pie sirviéndola.
Embutidos de entrada en nuestra Cena de Nochebuna 2012
Pero bueno, como soy cliente, y no me pueden reprimir tanto como a ellos los de la moqueta central, no paro de requerirlos para que me acompañen un poco más esa noche. Y así conocimos, además de a Manuel con quien ya habíamos departido el día anterior, a las dos Margaritas, a Franceska, a dos compañeros más de los que, desafortunadamente, no recuerdo el nombre, pero de quienes me resulta igual de imborrable su compañía. Y sonrieron mucho, como solo saben hacer en Paradores, y lloramos un poco por dentro (en la habitación también por fuera yo) porque cuando uno pone cara, vida, historias, enfermedades, etc. a quienes llevan tantos años sonriendo con la procesión por dentro y poco sueldo por fuera, y de repente les cae un ERE, una injusticia, un revés, y encima es Nocehebuena, y además  lo ve uno desde la perspectiva de su trabajo entre quienes  promocionan los ERE y las privatizaciones "colaboradoras", solo hay dos cosas que se me ocurre hacer: luchar y llorar, me da igual el orden, o al mismo tiempo.
No deseo profundizar más en este asunto (sobre el escribí un artículo de título “Amarga Navidad; imperdonable año… en Paradores también”) pues no conozco mal el percal de las personas que propugnan estas adversidades, y que a pesar de ellas siguen cobrando muchos euros al mes, que no les tocan, y que siguen viviendo muy bien y lo van a seguir haciendo pase lo que pase, y no quería personalizar más en afectados, pues, por sus obras considero a esos “poderosos transeúntes de moquetas” capaces de cualquier cosa, mala.
Mirando desde una de mis más queridas perspectivas
Buena, muy buena y bien servida fue la cena de Nochebuena. Pero es que si antes hablaba de Manuel Merino y su equipo, el Jefe de Cocina del Parador de Córdoba "La Arruzafa" es Timoteo Gutiérrez Rodríguez, nacido unos pocos años después que yo, en Oropesa (Toledo) tierra de Paradores, Red a la que se unió en 1975, precisamente en esa cocina, de la que durante muchos años fue su segundo jefe, también estuvo en mi querido Parador “Raimundo de Borgoña” en Ávila, creo… Harían falta muchos artículos de la extensión de este para hacer una semblanza aproximada de lo que Timoteo representa en la gastronomía de Paradores, y por tanto en la española. De sus publicaciones, sus intervenciones en los medios, etc. Seguid sus platos, su sabiduría, que es lo mejor que se puede hacer con un espléndido profesional.
He querido dejar pasar bastante tiempo desde aquella noche de Nochebuena para escribir este artículo, y quizá con un poco de cobardía, no he vuelto a interesarme por como quedó cada cual después del “turrón” que nos han dado desde la excalle Requena. Saber si alguien pudo acogerse o no a esas situaciones que he ido leyendo y que me han quitado el sueño noche a noche, o si no les ha acogido nada ni nadie. Si alguien lo sabe y me lo quiere decir, ya sabéis dónde y cómo me tenéis: Agradecido y enamorado siempre de vuestra profesión, historia y trato.
Quede claro pues por qué el Parador de Córdoba tenía que estar donde está, y tiene que seguir siempre en el mismo sitio, público y de  PARADORES, porque es un Parador de altura, de la mayor altura en todos los sentidos.

(Dedicado a todo el equipo del Parador de Córdoba, y a  cuantos trabajadoras y trabajadores en "Paradores" hayan sido víctimas del ERE y la mala gestión).
                                       
(El piano en “Torre Bermeja” de Ábeniz, es tocado por el insigne pianista Esteban Sánchez )










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