LA GRAN FAMILIA

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jueves, 21 de noviembre de 2019

PARADORES NO VA DE COPAS; LA PROCESIÓN DE LOS VASOS, Y TIRO EL PLATO”


“Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios.”

(Eduardo Galeano -Montevideo, 3 de septiembre de 1940 - Montevideo, 13 de abril de 2015-).



“El que compra lo que no necesita se roba a sí mismo”.

(Proverbio sueco)


Nací de unos padres con unos principios muy definidos en torno al derroche, y crecí en una casa donde jamás vi que sobrara nada de lo poco que teníamos, al mismo tiempo que nunca eché nada en falta para mi correcto y feliz desarrollo y el de mis hermanos. Pronto comprendí que ello no obedecía a que fuésemos, como éramos, una familia muy humilde, sino a los sólidos principios en los que coincidían mi padre y mi madre, que uno había llegado a Madrid en los años 40 después de que le obligaran a participar en la guerra incivil arrancándole de su aldea gallega, y la otra a servir en las casas de la Gran Vía madrileña tras estar acarreando, segando, trillando, etc., prácticamente desde que nació en su pueblo mínimo a menos de 30 kilómetros de donde pasada casi la vida estará el Parador de Molina de Aragón.

Pasados también muchos años, casi ayer como quien dice, me he enterado de que lo que mis padres hacían se llamaba sostenibilidad, reciclaje. Quizá por ello lograron sostener tan bien nuestra casa, nuestras vidas, en un Madrid en blanco y muy negro de los años 50 y posteriores, en aquellas adversas situaciones en tantos aspectos políticos, sociales, económicos...

Hoy yo, con muchas más posibilidades que ellos, gracias a ellos, y en una sociedad donde se hace casi imposible, intento desarrollar aquellos principios ya no conviviendo en aquellos orígenes, pero reiterando día a día en identificarlos en mi ADN.

Lejos ya pues de aquella humildad, pero muy cerca de mi ADN, de mi pasión por el patrimonio de lo mío y los míos, de la humildad de la gran familia que los atendía -en su inmensa mayoría tan parecida a mis padres- se encuentra PARADORES donde, desgraciadamente, y de forma creciente en su historia, y a veces muy desorbitada, estos principios han brillado por su ausencia en las conductas, siempre hechas las necesarias excepciones, de quienes los gestionaban al más alto nivel.

No hace mucho más de dos años escribía una carta abierta a la entonces presidenta de Paradores, Doña María Ángeles Alarcó Canosa (ex esposa de D. Rodrigo Rato, siete años sentada en la presidencia de la empresa pública¡¡), que entre los varios despropósitos y desatinos que junto a la parte de su equipo que correspondiera, acometió con la Red, con sus trabajadores y trabajadoras y con sus clientes, se encontraba el de una masiva compra de vasos para el agua, retirando las copas para agua que PARADORES ya tenía (también tenía vasos varios, y desde luego vasos para los niños, que no suelen usar las copas), y que se venían utiliando tradicionalmente ante el contento de sus clientes -estos gastos y “fastos” y más cosas los hacía, mientras perpetraba un ERE contra la plantilla, ERTES y, en fin, como escribía, varios daños más. La carta llevaba por título “PARADORES:¿VASOS POR PUNTOS… O LA ENÉSIMA FALTA DE RESPETO A CLIENTES Y TRABAJADORES? (Carta abierta a su Presidenta)”, y pueden leerla pinchando el enlace si es su voluntad.

Tras la afortunada marcha hace dieciséis meses de aquella señora, llegó un presidente, a mi modo de ver, desde mi gusto y preferencias, y en mi opinión, muy distinto tanto en el aspecto político y profesional como en el trato humano -probablemente uno trabaja como es- y desde luego en cuanto a la idiosincrasia de sus objetivos. Entre los que ha hecho bandera el trabajo hacia la sostenibilidad en la Red pública y la colaboración por tanto de la misma en este estado de emergencia climática que amenaza con arrasar la vida, que ya llevamos bastante avanzada en su destrucción, y que no hay que olvidar que no se ha producido solo, que lo hemos hecho nosotros.

La propia empresa comunica en varias ocasiones este objetivo como fundamental y, especialmente, en su 91 aniversario. (pinchando en los enlaces se puede obtener más información).

De todo lo anterior mi desagradable sorpresa cuando veo hace unas semanas algo muy distinto a lo que esperaba volviendo a esto de los vasos; esperaba que los cientos y cientos de “vasos Alarcó”, ya que estaba hecho el colorido gasto de los modelos “Diamond” de la firma italiana “Bormioli Rocco” se siguieran utilizando más allá de su estética o adecuamiento a la imagen de la Casa. O aún mejor, que se adaptaran a ambientes menos formales que los Restaurantes Comedores de la misma (terrazas, cafeterías, incluso baños, etc.,) y volvieran a la mesas de la Red pública las copas de agua que de forma tan extemporánea como, yo diría que ofensiva, pacata y grosera, habían sido arrumbadas como tantas otras cosas en PARADORES.

Sin embargo lo que me encontré fue con una nueva compra de vasos, que más allá de su estética, y sin desear entrar en ella (estos son transparentes, llevan impreso el frontispicio corporativo, y yo diría que son como las copas que ya existen, pero sin pie, como una especie de “copas cojas”) pueblan de nuevo las mesas de los restaurantes de Paradores.

Y no solo eso, sino que junto a unas instrucciones, dicho sea con todo respeto, tan baladíes como incomprensibles (estos vasos deben ir al lado contrario de lo que ha venido siendo habitual en la puesta de las mesas, y de las servilletas enrolladas en forma de rulo, tipo restaurante chino), van acompañados de un nuevo plato para depositar el pan, de diseño totalmente diferente al resto de la vajilla de Paradores y de los que ya existen-existían más adecuados para tal menester; así como de una especie de “cuenquito” para depositar el aceite de mesa, que igualmente disponía ya de recipientes “ad hoc” en los Paradores en los que se dispensaba, que no era ni mucho menos en la mayoría, ya que lo que si se disponía en todos era del aceite en la propia mesa para que uno pudiera consumirlo o no.

En el colmo del despropósito, el platito en cuestión (de la  cerámica portuguesa “Vista Alegre”) es exactamente el mismo que la vajilla que utiliza la Cadena de cafeterías y comida preparada “Viena Capellanes” . Y esto no lo expreso como un demérito de una Cadena como “Viena Capellanes” por la que siento devoción casi desde niño madrileño, y muy especialmente desde que supe que la había creado la familia de Pio Baroja, y que él mismo había trabajado en su obrador (creo que si hay una historia hostelera en la que he profundizado en conocimiento y afecto además de la de Paradores, ha sido precisamente la de “Viena Capellanes” y su identificación con mi ciuad de origen). No, lo digo en demérito de una Red pública sin par que desde 1928 se abandera en la “singularidad”, en su calidad, amabilidad, leyenda; por sus formas de hacer distintas a las demás. La única diferencia del plato "adoptado" con el de "Viena Capellanes" es que (imagino que para más gasto aún), le ha sido implantado en el centro el logo corporativo de mi querida “P” bajo tejadillo (lo que suprime además el efecto de azulejo portugués que, en mi opinión, pretende el modelo).



Pienso que la labor de un presidente de Paradores, opino que un buen presidente como el actual, no es estar pendiente, como supongo que no lo estará, de si se compran vasos o no. Que lo suyo es hacer una buena estrategia turística de España desde una empresa pública tan fundamental como PARADORES que, prácticamente, “inventó” el turismo en nuestro país, y comprometer a la empresa a los Objetivos de Desarrollo Sostenible que ha iniciado, y exigir y, en este caso sí, vigilar a sus equipos encargados de hacer que se realicen en el sentido que deben de llevarlo a cabo.

Es claro que amontonar vasos de colores que ya estaban, seguir arrumbando las copas de agua que arrumbaron los equipos de una persona tan diferente, y el redoble de comprar otros vasos distintos (no sé si por el mismo o similar equipo), unos copiados platos, unos cuenquitos (y esperemos que no toda la vajilla y que vaya aflorando como otras veces), mientras los almacenes de Paradores siguen abarrotados de loza, no tiene nada que ver con la sostenibilidad.

Es cierto que las personas contemporizadoras y con sentido común y un determinado aspecto humanista, a diferencia de las de idiosincrasia déspota o tiránica de otras, suelen ser más cauras, más recelosas a la hora de cambiar determinados Cargos y cargas heredadas que ya ha quedado muy claro en el tiempo que no funcionaban; que cuando el presidente de una empresa pública de la envergadura de PARADORES, declara institucionalmente con determinación y buena intención allá por donde va y en nombre de sus trabajadores y trabajadoras que “Los 4.000 empleados de Paradores estamos comprometidos con la Agenda 2030 y no vamos a parar de realizar acciones concretas y reales para transforman la vida de la gente que ayudan a mejorar nuestro planeta”, estos cargos deben de ser muy exigidos, muy controlados, para que no se dediquen a justificar su sueldo con la última ocurrencia de turno que han visto en un restaurante, de moda o no, y en lugar de dar un cambio bien estructurado, homogéneo y radical a la errática dirección gastronómica que acometió la presidenta de más años en la silla, se dediquen a gastar dinero público innecesario comprando lo que ya existe, cambiándolo de lado y enrollando las servilletas. No resulta coherente.

Aunque en estos últimos dieciséis meses es claro para quienes amamos Paradores que existe una decidida voluntad de dar un buen rumbo a la que siempre fue prestigiosa gastronomía de la Casa, también lo es que a diferencia de lo que ha sido prestigiosa historia de PARADORES durante gran parte de su trayectoria de Red, en la que esa gastronomía, esa calidad, esa puesta en la mesa incluida, era general y homologada, (reitero que Paradores es una Red, y deseo recordar nombres ahora como Benito Ortíz, Emilio Gómez-Calcerrada, y algunos más), ahora, esde mi punto de vista, es un descabale que depende muy determinantemente del Parador donde uno se encuentre, de quien sea el o la responsable gastronómica de la región donde esté. Y desde luego siempre del esfuerzo y la profesionalidad de la Cocina, Comedor, y la plantilla en coordinación con el director o directora que tengan. Y ahí también entra el asunto de “los cacharros”, los vasos y los múltiples modelos que uno puede encontrarse o no a la hora de sentarse a la mesa en una Red donde este aspecto debería ser el mismo en todos como lo fue casi siempre.

A los clientes no se nos pone más contentos, ni nos sentimos mejor atendidos por encontrarnos cada temporada una colección nueva de vasos, o cualquier invento gastoso, al contrario, a los clientes que sabemos dónde queremos ir cuando vamos a Paradores, lo que nos pone contentos, desde luego a mi sí, es que el dinero público utilizado en seguir acumulando de forma consumista innecesarios vasos y platos, sea utilizado para mejorar un poquito los sueldos, conciliación familiar y otros derechos muy mermados en estos últimos años de quienes tienen que transportarlos a las mesas, y fregarlos; de quienes elaboran lo que debe ir en los platos, y en general a los trabajadores y trabajadoras de unas plantillas que durante 91 años han sostenido esta querida Red pública. Y que ellos también puedan estar un poco más contentos y vean desarrollado un Convenio que han tenido sin renovar casi diez años con la colaboración "estelar" de la señora Alarcó y los suyos.

En fin, como “cliente pensante” y participativo, siempre que veo en fotos una de esas preciosas mesas que montan para eventos de jefes de estado, recepciones institucionales, etc., un gran equipo de un determinado Parador de la Red, a veces incluso en palacios que no son los de Paradores, pienso lo mismo cuando me doy cuenta de que disponen de copas de vino y copas de agua como las que henos visto y utilizado siempre en Paradores, y que no hay por parte alguna vasos: ¿Por qué tienen que hacer “el experimento” y el gasto con la clientela? ¿Es que no nos merecemos igual trato y menor gasto? ¿Por qué tienen que arrumbarlas?

Confío en que la cosa quede aquí, en que "no crezca" la vajilla, en que lleguemos a poder disfrutar en PARADORES de un criterio homologado y respetuoso con las intenciones y las decisiones de su actual presidencia, porque sinceramente estos vasos “no se sostienen”.

Y porque de no ser exigentes con quienes deben cumplir y respetar los objetivos, podrían llegar a pagar "los platos rotos" quienes mejores y más sostenibles intenciones de cambio tengan. Y eso no sería justo.
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