LA GRAN FAMILIA

LA GRAN FAMILIA

miércoles, 17 de marzo de 2021

“PARADORES NO ES PARA VIEJOS”

("De niño fui a unas colonias en Ávila para párvulos delgaduchos.

Volviendo de bañarnos en el río, vi en la puerta de una Casa preciosa, una armadura que me asustó y me atrajo. Me quedé embobado mirándola.

Me contó mi maestro qué Palacio era, le llamó Parador. Nació en MÍ una ilusión. Desde entonces soy amigo íntimo de la armadura de la entrada, me hago llamar "raimundo de borgoña", vivo enamorado de ese tesoro español llamado "PARADORES", y para compartirlos con vosotros estoy aquí...

 Enrique Vales Villa.)

 



Ese texto entre paréntesis de arriba es la presentación que figuraba y figura en este blog que inicié hace nueve años, por amor a PARADORES y a su “gran familia”, cuando hacía tres que Jesús, mi cónyuge, por sorpresa, en 2009, me había llevado desde Rosal de la Frontera (Huelva) hasta la puerta del Parador de Zafra (Badajoz), pues sabía que en otra etapa de mi vida PARADORES había sido muy importante junto a otra pareja mía que, desgraciadamente, falleció joven, y que, y que quise dejar cerrada ya mi ruta en PARADORES para siempre.

Cuando por sorpresa me encontré con una reserva en el Parador de Zafra, tenía yo ya 56 años y 46 la persona a la que le veía la ilusión en los ojos de que me decidiría a hacer otra ruta a su lado y por amor. Hacía entonces catorce años que el destino nos había unido y cuatro que nos habíamos casado. Cuando esto escribo llevamos conviviendo veinticinco años, y hasta hace uno, juntos, nos hicimos la Red pública de Paradores, y repetido muchos muchas veces. Ha sido el mejor regalo que me ha hecho en la vida... a su lado naturalmente.


Desde este blog, desde otras redes sociales, probablemente con la fototeca, la nuestra, más grande que pueda existir sobre Paradores (desde luego en las redes sociales sí) he/hemos sido un canto de amor a la Red pública, personificado en su “gran familia”. Sus trabajadores y trabajadoras, y en sus edificios, que son los dos valores que a lo largo de la Historia han venido “haciendo” y sujetando PARADORES. Por ellos y por ello, hemos vuelto cientos de veces en tan pocos años. A ello le hemos dedicado el capital económico más cuantioso destinado a nuestro ocio.

Yo he trabajado hasta mi jubilación bastante reciente con y entre políticos y políticas, que son los que han mandado siempre en PARADORES, junto con los altos y altas cargos que sientan en su Presidencia y Servicios Centrales, y he ido constatando, incluso en todos esos años antes de 2009 en los que no volví a PARADORES, cómo iban deteriorado la Red pública mientras ésta daba pingües beneficios, para quienes los recibiesen claro, y cómo cada vez eran peor tratados en sus derechos y sus sueldos quienes, realmente se los trabajaban y menos cobraban.


No obstante, con todo el amor a PARADORES y a Jesús, decidir volver a traspasar la puerta del de Zafra en 2009, y hacer la inmensa ruta, relato cálido y sincero de ella, e imágenes (cualquier persona que tenga algo de interés por ello, puede verlo en las distintas opciones del margen derecho de este mismo blog) y conocer a tantos profesionales que nos han tratado tanto y tan bien en la misma cantidad que hoy se lo agradecemos, les queremos y echamos de menos; fue un acierto, un placer y un recuerdo ya inolvidable.

Mucho más penoso fue, sin duda, cuando en 2012 comenzó la nefasta y neoliberal gestión de la Red que presidió durante siete años Doña Ángeles Alarcó Canosa, ex esposa de D. Rodrigo Rato. Y también que, a pesar de haber cambiado en siglas en 2018 el signo político del Gobierno del país y los de la Red pública por tanto, sus máximos gestores continúan en la actualidad, si cabe, haciendo una gestión  más neoliberal en lo que respecta a trabajadores y trabajadoras, y en mi opinión una “política cervecera” inconcebible en otro tiempo, y no digo ya en el actual de una pandemia devastadora: intentar llenar los paradores de una u otra forma, a costa de lo que sea, convirtiéndonos peligrosamente al país en un recogedor de lo que en otros países europeos no hacen de esta forma ni nos recogen a nosotros, y por tanto, tampoco tienen –aunque la pandemia sea pandemia- las mismas consecuencias.


Y aquí llega el desamor y el dolor: Cuando la misma persona que por amor me puso en 2009 en la puerta del Parador de Zafra por amor, y con amor acepté, y le contagié el “virus de PARADORES”, tras haber sufrido en 2014 una nefasta intervención quirúrgica que, entre otras cosas le dejó convertido de forma crónica en una persona de altísimo riesgo y vulnerabilidad ante muchas cosas, la pasada primavera, mientras el pais comenzaba unan desescalada tan vergonzosa como premeditada, PARADORES comenzaba a hablar de ¡“Paradores más seguros que nunca”! (todavía no se habían hecho con tantos “premios de seguridad”), con su movilidad muy cercenada, Jesús me propuso como alivio a tanto revés, reservar  -y reservó- (sumando al las muchas que ya teníamos) unos  días para mi cumpleaños (22 de julio) y para el suyo (6 de agosto), y yo tuve que intentar, entre la rabia y la pena, convencerle de que todo eso que él pensaba no iba a ser cierto: que el hidrogel,  las mascarillas y el "marketing" a gogó no resolvían el problema y menos con unas tarifas devaluadas de forma tam improvisada como inconcebible, con una plantilla tan exigua como mal tratada, y con toda una serie de estrategias políticas oportunistas pero no oportunas, arribistas incluso a mi modo de ver, que iban a terminar en cualquier cosa tras el verano, menos en lo que él buscaba en PARADORES.


Y no es que sea tonto, ni mucho menos, todo lo contrario; simplemente era y es muy necesitado de seguridad real, no de campañas improvisadas y a la orden, de marketing y ambición, y sobre todo su trabajo durante 32 años había sido educar a mujeres y hombres de bien, y para el bien, en las aulas, no trabajar en “la moqueta de la política” como yo. Y aunque esa misma “moqueta” le haya puesto difícil no pocas veces su labor docente, al fin y al cabo un profesor decente dentro de su aula tiene casi tanto margen de maniobra en esa hora lectiva como un presidente de gobierno, pero no llega a enterarse en primera línea de los despiadados y deshumanuizados entramados de las poltronas. Sí a sufrirlos, claro.

Lloré, cuando según él mismo iba comprobando, iba anulando “las reservas salvadoras” una a una. Incluidas las del 22 de julio y el 6 de agosto naturalmente. Y hoy en lo que respecta a la seguridad de PARADORES y el verano 2020, desgraciadamente ya sabe tanto como yo.

Soy consciente de que si alguien lee este artículo puede pensar: pues yo estuve y no pasó nada. Entre las muchas cosas en que PARADORES es experto en su historia es en el silencio de su máximo valor: sus trabajadores y trabajadoras (ese premio no se lo han dado todavía, no sé si existe). Por ello no voy a recomendarles que les pregunten a ellos, a las trabajadoras y trabajadores, cómo han pasado el verano y "flecos" y qué ha pasado en el verano en su Paradores. Pero mis mayores me transmitieron que la nobleza con los demás, si no de todos, consigue correspondencia noble, y yo sí lo sé. En muchas pero que muchas ocasiones sé lo que ha sucedido con trabajadores, trabajadoras, clientes, etc.

Podría decirme algún o alguna advenediza lumbreras del “marketing”, interesados claro, y seguros por supuesto del silencio miedoso de la plantilla que tiene que comer y vivir, que si lo sé que lo denuncie. No es mi labor. Afortunadamente estar seguro de ello antes de que sucediera, y de las cifras de contagios y muertes que pudimos ver luego en general en el país, me sirve hoy para paliar el dolor que me supuso ver la tristeza en la mirada cuando intentaba convencer de que no era seguro ir a PARADORES a quien en PARADORES tengo miles de fotos con su mirada alegre.

En estos momentos (antes de proseguir el artículo) procedo a simular una reserva exactamente igual a las que hemos hecho cientos de veces, en un Parador al que hemos ido varias; la busco para el día 22 de julio, fecha señalada, como el año pasado; siguen llamándola “Días Dorados”, es decir, hay que tener más de 55 años para poder hacerla, yo tengo casi 68 y mi cónyuge diez menos –los dos estamos en el tramo-; la hago en doble superior y en “media pensión”, que es lo que solíamos hacer antes en más del 90% de las ocasiones (cuando variábamos era para arriba, para encarecerla, de no ser que el Parador no ofreciese más que la posibilidad “estándar”). El precio noche que pagaría si realmente tuviera la intención de realizar la reserva sería de 220 euros (a los que en mi caso, a la hora de pagar, nos descontarían el desayuno pues tengo una tarjeta que dan a las personas que son muy fieles a Paradores y se gastan mucho dinero en ellos, que bautizaron como "Círculo" y tambien 717 puntos sin utilizar).

Y la única diferencia que encuentro, además de permitirme hacerla en cualquier Parador como dando por hecho que van a repetir el verano pasado (porque de vacunas para qué hablarles, ya oirán ustedes las noticias supongo), es que hay una nota que pone exactamente: “En aplicación de las medidas de prevención frente al COVID19, hemos reducido nuestros aforos, por lo que será necesario hacer reserva a su llegada para los servicios de desayuno, almuerzo y cena.”.


Bueno, pues justo de esto, con que les hablaran de ello los trabajadores y trabajadoras de Paradores, y de la gestión de la responsabilidad no ya de la Red sino de nosotros mismos: los nuevos clientes, por ejemplo en el uso de las piscinas, etc., ya sería suficiente para que no hiciese reserva ni en el Parador que simulo ni en ningún otro. Eso sí, esta vez ya no hace falta que le diga a Jesús lo que va a hacer PARADORES, ni, aun más, en lo que desde el verano pasado, y ya para siempre, va a quedar convertido PARADORES, bajo la apariencia de un “tejadillo” que, a duras penas, (y eso sí con mucho autobombo mediático y de cartelitos caros), ya casi no puede tapar lo que no debería de haber dejado de cubrir nunca. La “nueva normalidad” ha “facilitado” y no desagradablemente para algunos –no me refiero a su estresada plantilla humilde, claro- “el nuevo PARADORES”.

Y ese nuevo PARADORES es el que me proporciona el título de mi artículo; mi edad, y nuestra situación no puede ser “dorada” por más purpurina con la que repinten el tejadillo en las condiciones de gestión actual de la Red pública. Y en ningún caso, segura. Paradores ya no es para mayores: somos personas vulnerables y los de alto riesgo más, y sin las vacunas que anunció Maroto para el verano muchísimo más. Paradores no es para viejos y aún menos con sus dolencias y sus necesidades.

Puede ser que a base de insisitir y de intenntar "estrategias vacunatorias" con lo poco ( y ahora puesto en duda) que tienen, consigan ese "pasaporte vacunatorio" para determinados grupos nueva y demagógicamente, pero no nos están vacunando, o lo están haciendo ínfima y desorganizadamente (no deseo entrar en "vacunagates autonómicos") a quienes más los nevesitamos, esa es la realidad. Ya nos han dicho también que ese "pasaporte para la libertad" no va a ser discriminatorio, pero es que si algo llevo viendo en la comunicación político-mediática en España, para acercarme un poco a la realidad de lo que sí va a suceder, es prestar mucha atención a lo que los que mandan dicen que no va a suceder. Acordémosnos de hace un año con la pandemia; el experto señor interlocutor y otros, no hay que ir más lejos.



Pertenezco, pertenecemos a ese grupo amplio de mayores que, sin ser ricos, ni mucho menos (los ricos no van a Paradores hace ya mucho tiempo), hemos sujetado la Red pública en invierno a base de tarifas como la que hace algún párrafo he citado, y más altas, además de, por supuesto, ir también en primavera, verano y otoño. Y eso lo hemos hecho con nuestros modestos sueldos, nada parecidos ni por el revés al de los mandatarios de Paradores. Y justo cuando más falta nos hacen, nos echan. No de facto lógicamente, sino con un si quieres ven y ya verás con lo que te encuentras.

No me ha parecido mal nunca como una manera de publicidad, de "marketing" el invento de fantasmas del pasado en algunas habitaciones de PARADORES. Ese susto da morbo al alguna gente, pero no muerte. Yo nunca me lo he creído y ya está. Sin embargo ahora sí me creería con tanta densidad poblacional veraniega "descolocada", y tanto cierre permietral posterior, cosas muy duras, incluso que algún o algunos clientes, sin ser fantasmas, haya tenido que pasar su cuarentena entre sábanas de la habitación de un Parador en el que, (no desconfío de la intencionalidad de la gente), entrasen sin conocer su estado. Y la verdad es que como en "Haloween", pero de verdad, ahora si me cuesta elegir entre "susto o muerte".  O más tradicionalmente, como en mis juegos de niño entre "la bolsa o la vida".

Naturalmente en alguien que como en mi caso PARADORES ha formado parte de lo más importante de mi vida, todo esto ha ocasionado una herida grande, de mucho más dolor por amor al de al lado que el propio. Una herida que, como casi todas, si sobrevivo, generará cicatriz, con toda seguridad cicatriz queloide.

Pero eso no es lo peor; lo más doloroso es que “al niño que vio en la puerta de una Casa preciosa, una armadura que le asustó y le atrajo…” le han roto, a base de estrategias lamponas de mogollón, grasa y cerveza, el "juguete", la ilusión. Me la han matado.

Y eso ya sí que no tiene vuelta atrás. La muerte como en el caso de mi primera pareja, la que me acompañaba en mi primera ruta por Paradores, no tiene remedio. Y mucho menos cuando ves encerrado en casa un año seguido por falta de seguridad a la persona que más quieres, la que gestionaba todas nuestras reservas y todos nuestros destinos. y que, inocentemente, pensó en la primavera pasada, que PARADORES iba a ser seguro para mí y para él.

No fue así, como tampoco lo fue en Navidad. Y mucho me temo que tampoco lo va a ser este verano. Y lo que es peor, lo que sí doy por seguro, como ya hemos visto las consecuencias, porque lo que no hemos visto es la vacunación necesaria, es otra mortífera ola que le pondrán el número que quieran.


No tengo ya padre lamentablemente, y tampoco tengo hijos, pero lógicamente, si tuviera una cosa u otra, ni le regalaría una estancia en Paradores para el Día del Padre, y mis hijos ya sabrían que no era un sitio seguro para que me la regalaran a mí.

Aprecio mucho a “la gran familia de trabajadores”, a la que aguanta el tirón por muy poquito dinero en los establecimientos, no a quien dirige, preside y obedece desde la política central qué estrategias se van a realizar a costa de lo que sea y quien sea, y deseo que, si algún día se hacen con la pandemia, o mejor dicho se deshacen de ella, puedan volver a tener clientes de los que sujetaban PARADORES en invierno y con las mismas tarifas. Y si puede ser de todos los colectivos, mejor. Aunque es posible que, acostumbrados a otros precios, no quisieran ir.

Pero la “gran familia de Paradores” sabe muy bien que aquellos fidelizados éramos “viejos”. Y PARADORES ya no es ni para ellos como trabajadores, ni para nosotros como clientes.   

 

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