LA GRAN FAMILIA

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lunes, 31 de diciembre de 2012

AMARGA NAVIDAD; IMPERDONABLE AÑO… EN PARADORES TAMBIÉN




¡Mientras exista un ánfora de Fajalauza...!
Desde aquella mañana de los años 60 que en Ávila, durante una excursión de niño en las colonias del franquismo, me quedara clavado en la puerta de lo que después supe que era el Palacio de Piedras Albas, mi querido Parador Nacional del Estado (se decía entonces) “Raimundo de Borgoña”, ante una armadura que, estoy seguro, me ha proporcionado mucha fortaleza para hacerme un hueco en la vida y en los Paradores, jamás me había llegado mal alguno, disgusto, adversidad, etc., de la Red Pública de Paradores de Turismo de España hasta esta amarga navidad de 2012.
Había sido feliz en distintas etapas de mi vida, siendo huésped de ese orgullo de la hospitalidad, de la hostelería nacional e internacional que es PARADORES, viendo sus belenes, sus arbolitos, paseando por sus corredores, acariciando sus cerámicas, tratando bien a esa gran familia de trabajadores, de amigos, y dejándome tratar aún mejor por ella, una familia de verdad, repartida por toda España desde lugares tan entrañables como Bailén, Extremadura, Galicia… hasta abarcar toda nuestra geografía.
Respirando ese aroma único, incomparable e inconseguible para otras cadenas hoteleras “frías”, aroma que nota uno cada vez que atraviesa la puerta de uno de esos Palacios, de esos Conventos, Casonas, Castillos, etc., situados en los lugares más bonitos de nuestra patria, y que no tienen parangón ya en la geografía mundial. Lo tuvieron de alguna manera en Portugal ´-las bonitas Pousadas- pero las privatizaron; privatizaron su gestión y las mataron, porque los empresarios que las pillaron (perdón, quería decir que las obtuvieron), dieron mucha importancia a la rentabilidad, a sus ganancias, y muy poca a la calidad, la amabilidad, la sonrisa, el humanismo… ¡y las mataron!
Jamás decía, me había llegado mal alguno, disgusto, adversidad, etc., de la Red Pública de Paradores de Turismo de España hasta esta amarga navidad de 2012.
Aun queriendo, y consiguiendo, conservar dentro aquel niño de Ávila, yo he sido consciente, naturalmente, de muchas cosas. Me he dado cuenta, ¡faltaría más!, de cómo según iba avanzando la transición en España, (la ansiada para mí y para muchísimos más, democracia, y al mismo tiempo que PARADORES dejaba de ser un feudo casi en exclusiva de ricos, de marquesotes, condes y duques, de políticos, etc., que los utilizaban para sus cacerías de todo tipo -mejor no entrar en los tipos-, y de reuniones privadas a cargo de todos los que no podíamos ocuparlos, convirtiendo así a los trabajadores en una especie de servicio particular pagado por el pueblo), a medida que todo esto iba ocurriendo, los españoles que lo hemos deseado hemos ido pudiendo disfrutar de ese espectáculo de la hospitalidad que, hasta ahora, ha venido siendo PARADORES y que hemos podido llevar a nuestros padres y abuelos en su “edad dorada” para que pudieran disfrutar a unos precios ventajosísimos y una relación calidad-precio-atención-cariño que no obtendrían jamás en otra cadena hotelera, de lo que no habían podido disfrutar nunca, a medida que hemos podido llevar a nuestros hijos casi gratis, y encima les hemos podido enseñar su historia, la del país donde han nacido, y les hemos fidelizado en el amor a lo suyo, a su gastronomía, PARADORES se ha ido politizando, convirtiéndose en “un caramelo” para los políticos de uno y otro color (solo de dos de momento), con el que han premiado a otros políticos su complicidad, sus favores, sus intercambios.
Así, he visto pasar por ellos, ¡cómo no íbamos a darnos cuenta!, a consejeras, a directoras generales de comunidades autónomas destacadas en el panorama patrio, cuando ya cesaban en esas otras actividades y sin que sus conocimientos sobre turismo fueran, ni mucho menos, el motivo de sus nombramientos.
...Y la fortaleza de las armaduras...
Hemos visto pasar, ¡cómo para no darse cuenta!, a secretarios generales provinciales de partidos políticos, después de que el presidente de gobierno, amigo y correligionario, le premiara con el  precioso, cómodo, rentable, y ansiado sillón de la calle Requena de Madrid, antes de la calle Velázquez, y en unos días de otra distinta.
Y no solo ellos: también hemos sabido cómo estos políticos, a su vez, se rodeaban para su comunicación con los jefes de campaña que habían llevado al poder a tal o cual político de turno, y a jefes de gabinete que arrastran de otros gabinetes, ¡y venga gabinetes!, ¡y venga cochazos!, ¡y venga viajes, y vengan dietas, y vengan facturas de teléfono y de otras cosas, y venga ipods, y tablets, y sueldos imposibles de comprender por lo descomunales, y venga…!
Alguien se empeñó hace poco en contarle alguna vez al niño de la puerta de Ávila en los 60 que habían tenido que vender la sede de PARADORES en la calle Requena, y quedarse en ella en alquiler, para, entre otras cosas, pagar las indemnizaciones millonarias de esos contratos blindados cuando finalizaron a capón… ¡En fin!, que hemos sabido estas y otras muchas cosas de unos y otras que mantenían la Casa sin barrer, o barriendo para casa, mientras los establecimientos repartidos por toda España eran barridos por trabajadores de verdad y con escobas reales, no siempre en buen uso.
Nos hemos dado cuenta de la construcción en la época del “ladrillazo” de algún Parador que no debía haber sido demolido nunca, de algún otro en la chimbambas de las alturas, de una montaña mientras cerraban el que estaba en la carretera, el accesible, el que albergaba de verdad, el que servía para lo que tenía que servir. De construcciones modernistas de presupuestos repensados una y mil veces para incrementarlos, de albergues que decían ser remodelados, cuando la realidad es que eran destruidos completamente y construidos de nuevo. ¡Pero cómo no vamos a darnos cuenta!
Claro que sabíamos estas cosas, pero al mismo tiempo que esto sucedía, los españolitos de a pie, los que nos pagábamos nuestras cosas como podíamos, cuando podíamos, también veíamos, al alojarnos en nuestras queridas Casas, en los Paradores, a unos trabajadores y trabajadoras contentos, con unos convenios respetuosos, que se habían ganado atendiéndonos con amabilidad, calidad y profesión aprendida de abuelos a padres, de padres  a hijos, con formación de alta calidad, hasta conseguir una leyenda que, no nos engañemos, no corresponde a las cúpulas directivas, sino a ese “activo mayor” con el que se les llenaba la boca a sus dirigentes, y que ahora sin embargo tratan despiadadamente.
Como clientes, henos ido viendo y disfrutando de toda una serie de promociones gastronómicas a precios asequibles, de ofertas que han llenado los Paradores y que nos han hecho la vida feliz, Y ya se sabe, cuando al pueblo se le tiene contento, resulta más fácil ir haciéndose con otros propósitos, muy alejados desde luego del interés del pueblo.
Esto es lo que hay que defender...
Pero PARADORES desde el mes de febrero de este año en adelante se ha convertido en un calvario para sus trabajadores y para toda aquella persona que, como yo, ame la Casa y su lugar en la Historia.
Desde mi punto de vista, se está dejando morir la calidad, la amabilidad para acabar con la leyenda. Se está jugando a una gestión del cuanto peor mejor, de falta de promoción alguna, de incomprensibles quejas de lo mal que estaba cuando los cogieron (siempre me pregunto por qué los políticos quieren coger cosas que se supone que ya están muy mal desde el principio, qué pretenden conseguir aparte del sueldo de los 180.000 euros y coches de lujo, con el todogratisenparadores y con sueldos impensables no muy distintos al que acabo de escribir), y se empieza a arrinconar, a amenazar con dejar en la calle a una multitud de familias cuyos sueldos no pasan de los 800 euros, y se les tiraniza con el horario, se les endurecen las condiciones laborales hasta lo imposible, se siembra el miedo, la desconfianza, y se les obliga a devolver a los clientes depósitos de compras que ya saben que no van a querer realizar, etc.
Y al mismo tiempo uno va a los Paradores, y ve que la gente también va, y que come (mucho menos, claro, cómo va a ser de otra forma ¡con el rodillazo de este gobierno de Rajoy!) pero que luchan por ir, por disfrutar, que hablan con los trabajadores, que les abrazan, que se horrorizan.
Y ve a los trabajadores y a las trabajadoras colaborando con “corazoncito”, con ese sentido de pertenencia que han mamado, y le cuentan a uno que entra dinero (claro que entra, el mío, por ejemplo), y que la gente quiere casarse en Paradores, y quiere celebrar…
Y los políticos de turno nos intentar engatusar diciéndonos  que todas estas salvajadas son un “plan de viabilidad” (¡Ay!, es el mundo de la palabrería cínica inventada en Gabinetes que bien podrían ser suprimidos para ahorrar gastos verdaderamente inútiles) para salvar Paradores… Para salvar Paradores, ¿para quién? Pues al mismo tiempo nos dicen que, ¡no por Dios!, que no los van a privatizar (¡Claro no van a vender los castillos y la Alhambra, que no pueden!) sino que van a  hacer una colaboración público-privada.
Y a estos y estas... los trabajadores
Y a uno se le ponen de punta los pocos pelos que le quedan, pues conoce otras colaboraciones de ese tipo, como la de la Sanidad y las empresas que las han cogido,  y quiénes son sus accionistas, sus componentes, y piensa, claro, que PARADORES todavía es muy rentable, todavía se puede sacar mucho beneficio de ellos antes de su muerte, y que los de turno lo van a querer hacer, y se lo van a dar a los mismos, que estrujarán las armaduras, y luego cuando hayan sido rentable para ellos y no para el pueblo, se los devolverán hechos unos zorros, sin que sirvan ya para aquellas cacerías exclusivas de sus antepasados, y que habrá que enterrarlos junto a las pousadas portuguesas para siempre.
Y piensa que, quizá por eso, hacen ERES salvajes, para “aligerar” el producto antes de entregarlo cómodo y fácil, y se pone uno al bies, y se indigna, y se pregunta por qué los casi 600.000 clientes fidelizados de PARADORES aguantamos esto, pero se da cuenta que son muchos millones más de españoles los que, hasta ahora, venimos aguantando más de lo mismo, más a los bestia aún.
El niño de Ávila, que nació en una época en la que existía un dictador que, sin embargo, cuidaba los Paradores, a pesar de los golpes que le han dado en su vida (al niño no al dictador) por contar, por escribir sus temores en distintas etapas de la vida, se indigna, y sólo sucumbe a la amargura cuando llega la navidad, y su gente, los que realmente le quieren y le cuidan desde niño, le cuentan que a una trabajadora de tal o cual Parador, mirándola fijamente a los ojos, va a ser despedida en este ERE porque ha sido absentista, y que el absentismo procede de que le quitaron los dos pechos por cáncer… ¡y ya se sabe que en esos momentos tienen que darle a una de baja algún tiempo!
Con esto....
O que a un trabajador de poco más de treinta años y quince de servicios a la Casa, con tres niños que van desde los cinco años a los pocos meses, le van a hacer lo mismo, en este caso porque, quedaba claro, decía con facilidad lo que no le gustaba de la cúpula directiva actual y de las pasadas: era uno de “los conflictivos”, uno de esos que tantas veces he tenido que oír y ver machacar durante mis cuarenta y cinco años de trabajo ininterrumpido y cotización a la Seguridad Social..
Para un adulto baqueteado que ama Paradores y su gente, juntar todo esto con sueldos de 180.000 euros, amiguismos, prebendas, viajes -da igual que sean o no en velero-, etc., etc., puede llevarle, ya digo, a la indignación, a las ganas de ir donde están los responsables de todo esto y decirles: ¿Pero vosotras y vosotros de qué vais?
Pero es que este adulto sigue llevando dentro un niño que una mañana de los años 60 en Ávila, durante una excursión en las colonias del franquismo, se quedara clavado en la puerta de lo que después supo que era el Palacio de Piedras Albas, su querido ParadorNacional del Estado “Raimundo de Borgoña, ante una armadura, y ese niño llora, como todos los niños, y se da cuenta de que le están intentando dejar solo, sin familia, y se le atragantan los polvorones, y se da cuenta de QUE LA NAVIDAD DE 2012 EN PARADORES DE TURISMO DE ESPAÑA ES LA MÁS AMARGA DE SU VIDA, desde que otra navidad, en 1987, perdiera a su pareja por fallecimiento.
..Y con los 600.000 como estos.
Aún, como adulto, puede comprender conceptos como la corrupción, la chapuza, el desinterés, el egoísmo, la ambición, el poder, pero como niño recuerda que en los años 60 y 70, ya se sabía, si no decías lo que el dictador no quería que dijeses, y trabajabas y eras “bueno” según peticiones, pues nada, no pasaba nada, tenías trabajo y lentejas, pocas, pero lentejas. Y si no, pues ya se sabía, cualquier día, podían encontrarte de aquella manera en cualquier sitio. Pero las posiciones estaban claras. Y lo de los Paradores también: si eras rico ibas; si no, no, Pero los Paradores eran queridos, cuidados y mimados. Y le parece que en algunos aspectos lo actual le resulta más farisaico, engañoso, más encubierto, menos claro, peor que cuando gobernaba Franco, y le pone del revés tener que reconocerlo.
Y como niño sabe que jamás podrá perdonar ni a esta cúpula directiva, ni a este Gobierno, que hayan llevado tan lejos lo que otras y otros no se atrevieron, bajo mentiras (a los niños y las niñas no se les consigue engañar nunca, ¡ni con los reyes Magos!), que nunca podrá perdonarles esta amarga navidad, este imperdonable año.
También sabe el niño que, igual que pasaba cuando jugaba en el patio de su colegio en las colonias de Ávila, o se lavaba los pies después de llegar del río Adaja, en el mismo barreño de zinc junto a otros siete niños, la unión siempre hará la fuerza, y que mientras exista una armadura que haya resistido, un ánfora de cerámica de Fajalauza en la puerta o los pasillos de cualquier Parador, esto tiene arreglo rápido: ¡solo tenemos que unirnos para ir a Paradores, y para defenderlos de sus enemigos!
¡Ojalá que esto sea lo que vayamos a hacer en este año 2013, que aprovecho para felicitaros! ¡Contad conmigo, por favor!


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