¡Mientras exista un ánfora de Fajalauza...! |
Había sido feliz en distintas etapas
de mi vida, siendo huésped de ese orgullo de la hospitalidad, de la hostelería
nacional e internacional que es PARADORES, viendo sus belenes, sus arbolitos,
paseando por sus corredores, acariciando sus cerámicas, tratando bien a esa
gran familia de trabajadores, de amigos, y dejándome tratar aún mejor por ella,
una familia de verdad, repartida por toda España desde lugares tan entrañables
como Bailén, Extremadura, Galicia… hasta abarcar toda nuestra geografía.
Respirando ese aroma único,
incomparable e inconseguible para otras cadenas hoteleras “frías”, aroma que
nota uno cada vez que atraviesa la puerta de uno de esos Palacios, de esos Conventos,
Casonas, Castillos, etc., situados en los lugares más bonitos de nuestra
patria, y que no tienen parangón ya en la geografía mundial. Lo tuvieron de
alguna manera en Portugal ´-las bonitas Pousadas- pero las privatizaron;
privatizaron su gestión y las mataron, porque los empresarios que las pillaron
(perdón, quería decir que las obtuvieron), dieron mucha importancia a la
rentabilidad, a sus ganancias, y muy poca a la calidad, la amabilidad, la
sonrisa, el humanismo… ¡y las mataron!
Jamás decía, me había llegado mal
alguno, disgusto, adversidad, etc., de la Red Pública de Paradores de Turismo
de España hasta esta amarga navidad de 2012.
Aun queriendo, y consiguiendo,
conservar dentro aquel niño de Ávila, yo he sido consciente, naturalmente, de
muchas cosas. Me he dado cuenta, ¡faltaría más!, de cómo según iba avanzando la
transición en España, (la ansiada para mí y para muchísimos más, democracia, y
al mismo tiempo que PARADORES dejaba de ser un feudo casi en exclusiva de
ricos, de marquesotes, condes y duques, de políticos, etc., que los utilizaban
para sus cacerías de todo tipo -mejor no entrar en los tipos-, y de reuniones
privadas a cargo de todos los que no podíamos ocuparlos, convirtiendo así a los
trabajadores en una especie de servicio particular pagado por el pueblo), a
medida que todo esto iba ocurriendo, los españoles que lo hemos deseado hemos
ido pudiendo disfrutar de ese espectáculo de la hospitalidad que, hasta ahora,
ha venido siendo PARADORES y que hemos podido llevar a nuestros padres y
abuelos en su “edad dorada” para que pudieran disfrutar a unos precios
ventajosísimos y una relación calidad-precio-atención-cariño que no obtendrían
jamás en otra cadena hotelera, de lo que no habían podido disfrutar nunca, a medida que hemos podido llevar a nuestros hijos casi
gratis, y encima les hemos podido enseñar su historia, la del país donde han
nacido, y les hemos fidelizado en el amor a lo suyo, a su gastronomía,
PARADORES se ha ido politizando, convirtiéndose en “un caramelo” para los políticos
de uno y otro color (solo de dos de momento), con el que han premiado a otros
políticos su complicidad, sus favores, sus intercambios.
Así, he visto pasar por ellos, ¡cómo
no íbamos a darnos cuenta!, a consejeras, a directoras generales de comunidades
autónomas destacadas en el panorama patrio, cuando ya cesaban en esas otras
actividades y sin que sus conocimientos sobre turismo fueran, ni mucho menos,
el motivo de sus nombramientos.
...Y la fortaleza de las armaduras... |
Y no solo ellos: también hemos sabido
cómo estos políticos, a su vez, se rodeaban para su comunicación con los jefes
de campaña que habían llevado al poder a tal o cual político de turno, y a
jefes de gabinete que arrastran de otros gabinetes, ¡y venga gabinetes!, ¡y
venga cochazos!, ¡y venga viajes, y vengan dietas, y vengan facturas de teléfono
y de otras cosas, y venga ipods, y tablets, y sueldos imposibles de comprender
por lo descomunales, y venga…!
Alguien se empeñó hace poco en contarle
alguna vez al niño de la puerta de Ávila en los 60 que habían tenido que vender
la sede de PARADORES en la calle Requena, y quedarse en ella en alquiler, para,
entre otras cosas, pagar las indemnizaciones millonarias de esos contratos
blindados cuando finalizaron a capón… ¡En fin!, que hemos sabido estas y otras
muchas cosas de unos y otras que mantenían la Casa sin barrer, o barriendo para
casa, mientras los establecimientos repartidos por toda España eran barridos
por trabajadores de verdad y con escobas reales, no siempre en buen uso.
Nos hemos dado cuenta de la
construcción en la época del “ladrillazo” de algún Parador que no debía haber
sido demolido nunca, de algún otro en la chimbambas de las alturas, de una
montaña mientras cerraban el que estaba en la carretera, el accesible, el que
albergaba de verdad, el que servía para lo que tenía que servir. De
construcciones modernistas de presupuestos repensados una y mil veces para
incrementarlos, de albergues que decían ser remodelados, cuando la realidad es
que eran destruidos completamente y construidos de nuevo. ¡Pero cómo no vamos a
darnos cuenta!
Claro que sabíamos estas cosas, pero al
mismo tiempo que esto sucedía, los españolitos de a pie, los que nos pagábamos
nuestras cosas como podíamos, cuando podíamos, también veíamos, al alojarnos en
nuestras queridas Casas, en los Paradores, a unos trabajadores y trabajadoras
contentos, con unos convenios respetuosos, que se habían ganado atendiéndonos
con amabilidad, calidad y profesión aprendida de abuelos a padres, de padres a hijos, con formación de alta calidad, hasta
conseguir una leyenda que, no nos engañemos, no corresponde a las cúpulas
directivas, sino a ese “activo mayor” con el que se les llenaba la boca a sus dirigentes,
y que ahora sin embargo tratan despiadadamente.
Como clientes, henos ido viendo y
disfrutando de toda una serie de promociones gastronómicas a precios asequibles,
de ofertas que han llenado los Paradores y que nos han hecho la vida feliz, Y
ya se sabe, cuando al pueblo se le tiene contento, resulta más fácil ir
haciéndose con otros propósitos, muy alejados desde luego del interés del
pueblo.
Esto es lo que hay que defender... |
Desde mi punto de vista, se está
dejando morir la calidad, la amabilidad para acabar con la leyenda. Se está
jugando a una gestión del cuanto peor mejor, de falta de promoción alguna, de incomprensibles
quejas de lo mal que estaba cuando los cogieron (siempre me pregunto por qué
los políticos quieren coger cosas que se supone que ya están muy mal desde el
principio, qué pretenden conseguir aparte del sueldo de los 180.000 euros y coches
de lujo, con el todogratisenparadores y con sueldos impensables no muy
distintos al que acabo de escribir), y se empieza a arrinconar, a amenazar con
dejar en la calle a una multitud de familias cuyos sueldos no pasan de los 800
euros, y se les tiraniza con el horario, se les endurecen las condiciones
laborales hasta lo imposible, se siembra el miedo, la desconfianza, y se les
obliga a devolver a los clientes depósitos de compras que ya saben que no van a
querer realizar, etc.
Y al mismo tiempo uno va a los Paradores,
y ve que la gente también va, y que come (mucho menos, claro, cómo va a ser de
otra forma ¡con el rodillazo de este gobierno de Rajoy!) pero que luchan por ir,
por disfrutar, que hablan con los trabajadores, que les abrazan, que se
horrorizan.
Y ve a los trabajadores y a las
trabajadoras colaborando con “corazoncito”, con ese sentido de pertenencia que
han mamado, y le cuentan a uno que entra dinero (claro que entra, el mío, por
ejemplo), y que la gente quiere casarse en Paradores, y quiere celebrar…
Y los políticos de turno nos intentar
engatusar diciéndonos que todas estas
salvajadas son un “plan de viabilidad” (¡Ay!, es el mundo de la palabrería
cínica inventada en Gabinetes que bien podrían ser suprimidos para ahorrar
gastos verdaderamente inútiles) para salvar Paradores… Para salvar Paradores, ¿para
quién? Pues al mismo tiempo nos dicen que, ¡no por Dios!, que no los van a
privatizar (¡Claro no van a vender los castillos y la Alhambra, que no pueden!)
sino que van a hacer una colaboración
público-privada.
Y a estos y estas... los trabajadores |
Y piensa que, quizá por eso, hacen
ERES salvajes, para “aligerar” el producto antes de entregarlo cómodo y fácil,
y se pone uno al bies, y se indigna, y se pregunta por qué los casi 600.000
clientes fidelizados de PARADORES aguantamos esto, pero se da cuenta que son
muchos millones más de españoles los que, hasta ahora, venimos aguantando más
de lo mismo, más a los bestia aún.
El niño de Ávila, que nació en una época
en la que existía un dictador que, sin embargo, cuidaba los Paradores, a pesar
de los golpes que le han dado en su vida (al niño no al dictador) por contar,
por escribir sus temores en distintas etapas de la vida, se indigna, y sólo
sucumbe a la amargura cuando llega la navidad, y su gente, los que realmente le
quieren y le cuidan desde niño, le cuentan que a una trabajadora de tal o cual
Parador, mirándola fijamente a los ojos, va a ser despedida en este ERE porque
ha sido absentista, y que el absentismo procede de que le quitaron los dos
pechos por cáncer… ¡y ya se sabe que en esos momentos tienen que darle a una de
baja algún tiempo!
Con esto.... |
Para un adulto baqueteado que ama
Paradores y su gente, juntar todo esto con sueldos de 180.000 euros, amiguismos,
prebendas, viajes -da igual que sean o no en velero-, etc., etc., puede
llevarle, ya digo, a la indignación, a las ganas de ir donde están los responsables
de todo esto y decirles: ¿Pero vosotras y vosotros de qué vais?
Pero es que este adulto sigue llevando
dentro un niño que una mañana de los años 60 en Ávila, durante una excursión en
las colonias del franquismo, se quedara clavado en la puerta de lo
que después supo que era el Palacio de Piedras Albas, su querido ParadorNacional del Estado “Raimundo de Borgoña, ante una armadura, y ese niño llora,
como todos los niños, y se da cuenta de que le están intentando dejar solo, sin
familia, y se le atragantan los polvorones, y se da cuenta de QUE LA NAVIDAD DE
2012 EN PARADORES DE TURISMO DE ESPAÑA ES LA MÁS AMARGA DE SU VIDA, desde que
otra navidad, en 1987, perdiera a su pareja por fallecimiento.
..Y con los 600.000 como estos. |
Y como niño sabe que jamás podrá
perdonar ni a esta cúpula directiva, ni a este Gobierno, que hayan llevado tan
lejos lo que otras y otros no se atrevieron, bajo mentiras (a los niños y las
niñas no se les consigue engañar nunca, ¡ni con los reyes Magos!), que nunca
podrá perdonarles esta amarga navidad, este imperdonable año.
También sabe el niño que, igual que
pasaba cuando jugaba en el patio de su colegio en las colonias de Ávila, o se
lavaba los pies después de llegar del río Adaja, en el mismo barreño de zinc
junto a otros siete niños, la unión siempre hará la fuerza, y que mientras
exista una armadura que haya resistido, un ánfora de cerámica de Fajalauza en
la puerta o los pasillos de cualquier Parador, esto tiene arreglo rápido: ¡solo
tenemos que unirnos para ir a Paradores, y para defenderlos de sus enemigos!
¡Ojalá que esto sea lo que vayamos a
hacer en este año 2013, que aprovecho para felicitaros! ¡Contad conmigo, por
favor!
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