LA GRAN FAMILIA

LA GRAN FAMILIA

sábado, 22 de diciembre de 2012

EL BELÉN MONTADO EN "PARADORES"...



Uno de los aspectos que más me unen a PARADORES es esa especie de casa cálida de uno en la que tradicionalmente se convierten sus establecimientos cuando llega la Navidad, y que sea muy difícil marcharse de cualquier establecimiento sin haber tenido la posibilidad  de contemplar algún precioso Belén puesto por sus trabajadores.

La Navidad pasada, cuando aún existía la red social de Paradores “Paradores Activo”, a la vuelta del precioso Parador de Mojácar, escribí para ella un artículo que, una vez cerrada la citada red social, he decidido rescatar para mi blog, y que lo podáis conocer o recordar.

¡Qué lejos estábamos en ese momento, tan sólo hace un año, de saber de este otro “belén” -este feo- montado por PARADORES en su casa de Requena, 3, que está absolutamente encontrado, y en contra, de todos aquellos otros Nacimientos que durante más de ochenta y cuatro años han acompañado a tantos niños y adultos, a tantos trabajadores y clientes, a tantas personas que, como PARADORES, ya son historia… ¡Ojalá, seamos o no creyentes! que el niño, cuando nazca, en vez de un pan bajo el brazo, nos traiga la abolición completa de cierres y de despidos, y que también para los trabajadores de PARADORES esta pueda ser una navidad relativamente felíz, yo así lo deseo de todo corazón





“La Virgen está contenta
y rodeada de amores
pues para alumbrar al niño
ha encontrado… Paradores

VOLVER A SER NIÑO EN EL PARADOR DE MOJÁCAR



Detalle del Belén del Parador de Mojácar (Almería)
No sabría explicar el motivo exacto de la atracción que ejercen sobre mi los “belenes”, los “nacimientos” desde que había empezado a dar los primeros pasos y ya perseguía a mi padre para que consiguiera trozos grandes de escoria, y planchas retorcidas de corcho con los que yo intuía más que saber, que en unas horas iba a surgir ante mis ojos el espectáculo de un pueblecito pequeño en mi propia casa. Donde ya no iba a parar de quitar y poner patos, juntar y separar cerdos, mirar a los Reyes Magos con mucho respeto… y las noches de nochebuena y la de las uvas, con mi padre y la zambomba que cada año el hacía también, y el resto de mi familia,, íbamos a cantar villancicos.

No es preciso ser creyente para creer en la vida de las emociones escuchando el ruido de un pequeño río inventado, viendo girar las aspas de corcho de un molino, o sentir todo el calor del mundo procedente de unas humildes bombillitas… Quizá ahora siga viviendo los belenes como cálidos teatritos asequibles, como pequeñas sociedades pacíficas y organizadas; quizá por ello me gusten tanto… no sé, el caso es que, al igual que me sucede con los bebés, no hay belén que no me haga girar la cabeza, que no me haga inclinarme, si es necesario, para verlo mejor.
Hace muy pocos días, casi horas, después de inscribirme en la Recepción del precioso Parador de Mojácar, no fue la cabeza lo que tuve que girar sino yo mismo muchas veces, dar varias vueltas, hipnotizado, ante uno de los belenes más hermosos que he visto en mi vida.
Lo percibía bonito por no solo por la obra de arte popular que suponía en si mismo, sino por lo que transmitía de ilusión, de trabajo, de ganas, de, amor por la tierra, de quien lo hubiese montado. Y eso, claro, me llevaba directamente al belén de mi infancia. No me parecía un tradicional belén montado por alguna asociación de belenistas -que los hacen, y muy hermosos-, este era hermoso también pero “hablaba” de su autor.
Hace muy pocos días, casi horas, después de inscribirme en la Recepción del precioso Parador de Mojácar, no fue la cabeza lo que tuve que girar sino yo mismo muchas veces, dar varias vueltas, hipnotizado, ante uno de los belenes más hermosos que he visto en mi vida.


Vi un cartelito, fui a leerlo, y ahí ponía el nombre de la persona que conseguía esa emoción: Antonio Tejada Rusillo. Seguido del nombre figuraba el de una categoría laboral que por su terminología también me trasladaba directamente a otra época en “PARADORES”, aquella en la que la mayoría de los cuidadores de nuestras queridas Casas -como tantas veces he oído llamarlas a mi cónyuge-, vivían en ellas formando de alguna manera otra pequeña sociedad, otra pequeña familia como la que estaba viendo. Estaba claro para mí que Antonio había puesto el belén en “su casa”.

Aún no me había levantado de ver el cartel, y ya tuve la suerte de conocer al arquitecto de mi ilusión, que estaba justo detrás de mí, y que entre simpatía y humildad ante mis elogios, lo único que me dijo es que “tenía que ocultar esa pequeña tubería de la fuente, que no le gustaba que se viera”.  

No sé si fui capaz de transmitirle cuánto me gustaba lo que estaba viendo; cuánta ilusión me proporcionaba. Espero que sí, y si no, que llegue a leer ahora estas sencillas palabras.

Detalle del Belén del Parador de Trujillo (Cáceres)
El Parador de Mojácar al igual que otros “compañeros” ha sido reformado, y cuenta por tanto con elementos arquitectónicos que no tuvo al principio. Uno de ellos son las cristaleras a las que, suavemente, se abrazaban los arcos de este pequeño pueblecito almeriense con pitas, y con figuras que a base de ser “tuneadas”, se han convertido en andaluces, como andaluza y autóctona resulta en definitiva toda esa escenografía primorosa, que os dejo aquí gracias a un humilde video.

Para la ilusión y el trabajo no suele haber barreras insalvables, y por ello Antonio ha incorporado las cristaleras al belén, y para que uno no se pierda ni tan siquiera una oveja, advierten en otro cartel: “Puede seguir observando el Belén del Parador en la otra parte de la cristalera”… Y para ello yo no paraba de dar vueltas de parte a parte del belén… y de mis recuerdos.
Hace muy pocos días, casi horas, después de inscribirme en la Recepción del precioso Parador de Mojácar, no fue la cabeza lo que tuve que girar sino yo mismo muchas veces, dar varias vueltas, hipnotizado, ante uno de los belenes más hermosos que he visto en mi vida.

Hemos repetido varias veces en esta web “Paradores Activo”) el criterio de que la Red de “Paradores” difiere de forma muy significativa en su idiosincrasia y la de su personal -ese que de forma afectuosa y respetuosa llamamos “la gran familia”- de otras cadenas hoteleras. Yo lo he compartido siempre, y siempre lo he disfrutado. Y si hay un momento del año que esto quede aún más patente es, al menos para mí, en la Navidad.

No se bien tampoco cómo explicarlo aunque se muy bien como vivirlo; es como aquella época de mi vida en que esperaba de mi padre la escoria y el corcho para el belén. Tenía muchas menos cosas de las que tengo hoy, pero de cualquier persona que pasaba por mi lado era esperable que se metiese la mano en el bolsillo y de ahí sacara un polvorón para mí. Pues bien, algo parecido es lo que siento, lo que percibo de estas personas vestidas ahora de verde muy oscuro con una “P” dorada que en cualquier momento de la Navidad tienen un polvorón y una sonrisa para mí, y que en las Casas ponen un nacimiento como se hacía en la mía durante muchos años. Y que, además, alguno es tan hermoso como este del Parador de Mojácar con el que Antonio reinventa cada año la Navidad.

Detalle del Belén del Paardor de Puerto Lumbreras (Murcia)
Por eso y por otras muchas razones que ya provienen desde que en 1911 se creara en España una institución pionera -“Comisaria Regia de Turismo”- cuyo objetivo era crear una red hotelera cuyas pretensiones iban dirigidas a fomentar el turismo, que entonces apenas existía en nuestro país, y que  se puso en funcionamiento en 1928, cuando el Rey Alfonso XIII inauguró el que después sería el primer Parador Nacional Turismo –Gredos-, “Paradores” no nos puede faltar nunca, forma parte de manera indisoluble de la historia de España, de la de toda mi vida, y de la de otros muchos. Y la felicidad a veces es tan sencilla como que alguien en cualquier lugar de tu tierra te regale un polvorón y pongan un belén.

(Dedicado a Antonio Tejada Rusillo y a todos aquellos miembros de la “gran familia” de Paradores que alguna vez hayan puesto un Belén en ellos)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ayuda blogger