Uno de los aspectos que
más me unen a PARADORES es esa especie de casa cálida de uno en la que
tradicionalmente se convierten sus establecimientos cuando llega la Navidad, y
que sea muy difícil marcharse de cualquier establecimiento sin haber tenido la posibilidad
de contemplar algún precioso Belén puesto por
sus trabajadores.
La Navidad pasada,
cuando aún existía la red social de Paradores “Paradores Activo”, a la vuelta
del precioso Parador de Mojácar, escribí para ella un artículo que, una vez
cerrada la citada red social, he decidido rescatar para mi blog, y que lo
podáis conocer o recordar.
¡Qué lejos estábamos en
ese momento, tan sólo hace un año, de saber de este otro “belén” -este feo- montado
por PARADORES en su casa de Requena, 3, que está absolutamente encontrado, y en
contra, de todos aquellos otros Nacimientos que durante más de ochenta y cuatro
años han acompañado a tantos niños y adultos, a tantos trabajadores y clientes,
a tantas personas que, como PARADORES, ya son historia… ¡Ojalá, seamos o no
creyentes! que el niño, cuando nazca, en vez de un pan bajo el brazo, nos
traiga la abolición completa de cierres y de despidos, y que también para los
trabajadores de PARADORES esta pueda ser una navidad relativamente felíz, yo así lo deseo de
todo corazón
“La Virgen está contenta
y rodeada de amores
pues para alumbrar al niño
ha encontrado… Paradores
VOLVER A SER NIÑO EN EL PARADOR DE MOJÁCAR
Detalle del Belén del Parador de Mojácar (Almería) |
No es preciso ser
creyente para creer en la vida de las emociones escuchando el ruido de un
pequeño río inventado, viendo girar las aspas de corcho de un molino, o sentir
todo el calor del mundo procedente de unas humildes bombillitas… Quizá ahora siga
viviendo los belenes como cálidos teatritos asequibles, como pequeñas
sociedades pacíficas y organizadas; quizá por ello me gusten tanto… no sé, el
caso es que, al igual que me sucede con los bebés, no hay belén que no me haga
girar la cabeza, que no me haga inclinarme, si es necesario, para verlo mejor.
Hace muy pocos días,
casi horas, después de inscribirme en la Recepción del precioso Parador de
Mojácar, no fue la cabeza lo que tuve que girar sino yo mismo muchas veces, dar
varias vueltas, hipnotizado, ante uno de los belenes más hermosos que he visto
en mi vida.
Lo percibía bonito por
no solo por la obra de arte popular que suponía en si mismo, sino por lo que
transmitía de ilusión, de trabajo, de ganas, de, amor por la tierra, de quien
lo hubiese montado. Y eso, claro, me llevaba directamente al belén de mi
infancia. No me parecía un tradicional belén montado por alguna asociación de belenistas
-que los hacen, y muy hermosos-, este era hermoso también pero “hablaba” de su
autor.
Hace muy pocos días,
casi horas, después de inscribirme en la Recepción del precioso Parador de
Mojácar, no fue la cabeza lo que tuve que girar sino yo mismo muchas veces, dar
varias vueltas, hipnotizado, ante uno de los belenes más hermosos que he visto
en mi vida.
Aún no me había levantado
de ver el cartel, y ya tuve la suerte de conocer al arquitecto de mi ilusión, que
estaba justo detrás de mí, y que entre simpatía y humildad ante mis elogios, lo
único que me dijo es que “tenía que ocultar esa pequeña tubería de la fuente,
que no le gustaba que se viera”.
No sé si fui capaz de transmitirle
cuánto me gustaba lo que estaba viendo; cuánta ilusión me proporcionaba. Espero
que sí, y si no, que llegue a leer ahora estas sencillas palabras.
Detalle del Belén del Parador de Trujillo (Cáceres) |
Para la ilusión y el
trabajo no suele haber barreras insalvables, y por ello Antonio ha incorporado
las cristaleras al belén, y para que uno no se pierda ni tan siquiera una oveja,
advierten en otro cartel: “Puede seguir observando el Belén del Parador en la
otra parte de la cristalera”… Y para ello yo no paraba de dar vueltas de parte
a parte del belén… y de mis recuerdos.
Hace muy pocos días,
casi horas, después de inscribirme en la Recepción del precioso Parador de
Mojácar, no fue la cabeza lo que tuve que girar sino yo mismo muchas veces, dar
varias vueltas, hipnotizado, ante uno de los belenes más hermosos que he visto
en mi vida.
Hemos repetido varias
veces en esta web “Paradores Activo”) el criterio de que la Red de “Paradores”
difiere de forma muy significativa en su idiosincrasia y la de su personal -ese
que de forma afectuosa y respetuosa llamamos “la gran familia”- de otras
cadenas hoteleras. Yo lo he compartido siempre, y siempre lo he disfrutado. Y
si hay un momento del año que esto quede aún más patente es, al menos para mí,
en la Navidad.
No se bien tampoco cómo
explicarlo aunque se muy bien como vivirlo; es como aquella época de mi vida en
que esperaba de mi padre la escoria y el corcho para el belén. Tenía muchas
menos cosas de las que tengo hoy, pero de cualquier persona que pasaba por mi
lado era esperable que se metiese la mano en el bolsillo y de ahí sacara un
polvorón para mí. Pues bien, algo parecido es lo que siento, lo que percibo de
estas personas vestidas ahora de verde muy oscuro con una “P” dorada que en
cualquier momento de la Navidad tienen un polvorón y una sonrisa para mí, y que
en las Casas ponen un nacimiento como se hacía en la mía durante muchos años. Y
que, además, alguno es tan hermoso como este del Parador de Mojácar con el que
Antonio reinventa cada año la Navidad.
Detalle del Belén del Paardor de Puerto Lumbreras (Murcia) |
(Dedicado a Antonio
Tejada Rusillo y a todos aquellos miembros de la “gran familia” de Paradores
que alguna vez hayan puesto un Belén en ellos)”
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