LA GRAN FAMILIA

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domingo, 25 de agosto de 2013

MANZANARES, ALBERGUE, HOSPITAL, PARADOR… Y SIEMPRE TEMPLO VIVO DE LA HOSPITALIDAD Y LA RESTAURACIÓN

(Reedición)


Albergue Nacional de Carretera, de Manzanares (1932)
“… A finales de 1928 el Conté Directivo y la Ejecutiva del Patronato Nacional de Turismo estimó que sería de gran eficacia para la atracción de extranjeros el establecimiento de Paradores, similares al ya existente en la Sierra de Gredos, en lugares que facilitaran la visita de zonas turísticas…”


“…La Junta de Paradores y Hosterías del Reino… realizó un rápida labor hasta 1931 al situarlos en viejos edificios monumentales, castillos, conventos, palacios señoriales, que, abandonados, y medio en ruinas, terminarían por desparecer. De este modo se lograban dos fines simultáneamente: su reparación y conservación dentro de la más pura ortodoxia estilística y de respeto al monumento, y su adaptación a un uso necesario y congruente…” “… Creación asimismo del Patronato Nacional del Turismo, a través de su Junta de Paradores y Hosterías, fueron los Albergues de Carretera.”


“Observadas las grandes distancias en España entre los núcleos importantes de población, con vías carentes en absoluto de cómodos alojamientos, se pensó en la posibilidad de establecer en puntos estratégicos y en lugares calculados previamente para dividir los viajes en diversas etapas, albergues para automovilistas, en los que éstos pudieran encontrar el máximo de servicios. Con vistas a una mayor economía en la construcción, explotación y sostenimiento, se determinó, como norma básica, un tipo único, general para todos ellos, fácilmente reconocibles por los viajeros, y en las que se aunara la comodidad moderna con unas proporciones reducidas que permitieran el menor coste posible en el entretenimiento.”


“La capacidad de los mismos se estimó en tres automóviles diarios, cifra hoy insuficiente que para aquella época era normal.  A base de cuatro viajeros por automóvil, deberían contar con cuatro habitaciones de dos camas, y cuatro individuales, y dos cuartos de baño completos con instalación de duchas. La entrada al Albergue se haría por medio de una desviación en la carretera, y dispondrá de un vestíbulo, con cabina de teléfono, servicios higiénicos y recepción. A la izquierda, un salón de estar con chimenea para leña, y a continuación un comedor en forma de rotonda, con terraza al exterior y jardín (esto aún puede observarse detalladamente en nuestros días, en el entrañable y precioso por ello Parador de Puerto Lumbreras en estos momentos cerrado por la Red de Paradores). En esta terraza podían servirse comidas en el buen tiempo. Para el comedor se preveía una capacidad simultánea de treinta personas, A la derecha se extenderían las oficinas de la administración y las habitaciones particulares del administrador.”


“También en la planta baja deberían situarse los servicios de oficina, oficios, cámaras frías, almacenillo, y un comedor de mecánicos, así como jaulas para tres coches, clínica de urgencia y equipo taller de reparaciones.”


“Resueltos estos principios generales, debía acometerse el problema del emplazamiento de los albergues. Para ello se estimaba que debían representar un etapa normal de viaje -en función de la velocidad y de la carretera-; que fuera fácil el acceso desde esta; que el comedor debería quedar orientado al mediodía, y que era indispensable la existencia de agua potable en las cercanías….”


“Se convocó, en consecuencia, un concurso de anteproyectos, al cual se presentaron más de sesenta arquitectos…  se falló a favor del presentado por don Martín Domínguez, y D. Carlos Arniches (hijo del ilustre comediógrafo), a los cuales se les encargó el proyecto definitivo y su presupuesto total, que para los doce albergues ascendía a la cifra de unos dos millones y medio de pesetas.”
Cartel publicitario institucional de la época


“El 24 de octubre de 1929 se procedió al comienzo de las obras del Albergue deManzanares; el 30 del mismo mes en Quintanar de la Orden; el 17 de noviembre se iniciaron en Benicarló, y el 28 de diciembre en Almazán.”


“La Guerra (Civil Española, 1936-1939) significó…no solo un estancamiento, sino un retroceso. Varios de ellos fueron empleados como hospitales, y otros resultaron dañados… A la finalización de la guerra se retomó el antiguo plan, y se le dio un nuevo impulso, dedicándose, en primer lugar, a la restauración y reapertura de los ya existentes…”.


“Albergues de Carretera: Atienden a la corriente turística en movimiento, para estancias cortas (máximo, cuarenta y ocho horas) y turismo de tránsito. Se hallan en puntos estratégicos y ofrecen al automovilista, a cualquier hora del día o de la noche, alojamiento y restaurante, garaje y surtidor de gasolina. Tienen teléfono interurbano, calefacción, jardín propio y, en algunas ocasiones, piscina…”


(Esto escribía D. Luis Fernández Fuster en el Cuaderno nº 307 de la Colección “Temas Españoles”, en el de título “Albergues y Paradores”, editado en el año 1957 por “Publicaciones Españolas”, en la Calle Serrano, 23 de Madrid).


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(Y estos son unos breves retazos de un artículo dedicado al Parador de Manzanares, primero que escribí en la desaparecida red social “Paradores Activo”, publicado en su sección Arte y patrimonio el 26 de junio de 2010, es decir ¡53 años después de lo anterior!):



“Con motivo de asistir al acto de entrega de un premio de la Cruz Roja en Villarobledo (Albacete) a mi cónyuge, me he vuelto a hospedar en el Parador de Manzanares (Ciudad Real), que dista de Villarobledo setenta y tantos kilómetros.  Había estado en el Parador hacía  trece años, cuando su aspecto era mucho más parecido al de la preciosa maqueta del edificio, que se encuentra en lugar preferente de la Recepción, y que reproduce lo que fue El Albergue de Manzanares, inaugurado en 1932, ubicado en el kilómetro 175 de la Carretera de Madrid a Cádiz.

En aquellos tiempos las carreteras eran tortuosas, los vehículos muy distintos a los actuales, y, por tanto, los viajes epopeyas.
Maqueta del Albergue Nacional de Carretera de Manzanares en la Recepción del Parador

El objetivo de este Albergue, al igual que el resto de ellos creados en aquellas décadas por, el entonces Patronato Nacional de Turismo, era ofrecer a los viajeros, alojamiento y restauración, a cualquier hora del día o de la noche y calefacción en invierno (lo del aire acondicionado ha sido una "locura" de la modernidad). La dotación era un lujo para la época, los colchones, de muelles, pioneros en nuestro país, se importaron de Inglaterra, y tenían frigorífico y una radio pick-up americana. ¡También tenían baños completos! La habitación doble costaba 20 pesetas, 10 la individual, el almuerzo o la cena 6 pesetas, y 2,50 el desayuno.

Durante nuestra incivil guerra pasa a convertirse en Cuartel General del Ejército y Hospital de Sangre, y una vez finalizada, el albergue volvió a funcionar como tal.

En 1980 Después de catorce meses cerrado, se convirtió de entrañable Albergue a Parador, pero cuando yo me hospedé en él, en 1997, seguía conservando su aire más de Albergue, que asemejarse a cualquier otro de los Paradores que ya había conocido.

Sin embargo, mi sorpresa el otro día fue mayúscula, tras una reconfiguración impresionante, que ha originado que sin perder del todo aquel "aire" del Albergue que todavía puedo ver en un díptico de entonces, (pues una de mis más grandes aficiones es coleccionar cualquier publicación relacionada con la Red), resulte ahora un espléndido edificio de carácter manchego.

Parador de Manzanares, después de la reconfiguración del Albergue, y reformas posteriores
Lo que más me llamó la atención fue la superposición de auténticas balconadas de madera, cubiertas, donde antes había unos muy humildes balconcillos, y la introducción del característico y manchego color azul añil.

Nuestra habitación además, daba a la, también remodelada piscina, con esas enormes praderas que constituyen un auténtico oasis en la Mancha.

No dejéis de buscar fotos de antes, y, sobre todo, no esperéis mucho para visitarlo ahora.

¡Ah!, y con el nuevo acristalamiento. ya casi no se oyen los coches, inefable recuerdo de aquellas inolvidables instalaciones…”

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Pues bien, ahora, en agosto de 2013, apelo a la empatía, al entendimiento, incluso a la complicidad de quienes hayan tenido la generosidad de leer las reseñas anteriores, para que se puedan hacer cargo de lo que sentí, de cómo estaba mi ánimo, cuando estas últimas Navidades, las de 2012, volviendo de uno de mis viajes a PARADORES, que espero sean constantes hasta que mi cuerpo lo resista, y parando en mi querido “albergue” convertido en espléndido Parador, punto de referencia de mis rutas,  tenía que tragarme junto a los huevos rotos que tanto me gustan y que nos servía Carmelo en la Cafetería como desde hace tantos años, la amenaza de que el Parador fuera a ser cerrado por decisión de la nueva Dirección de Paradores… ¡No lo podía entender! Pero lo peor es que, por circunstancias personales que no deseo exponer, ¡Sí podía entender, y temer, que fuese a pasar!


No quiero profundizar ahora, cuando el tiempo, supongo que también la intervención política, el olvido de perjudiciales “quedadas” organizadas en el Parador, y sobre todo y ante todo, el denodado esfuerzo de un equipo entrañable, están ayudando a que las cosas vuelvan al lugar de donde nunca debieron moverse, en cómo me destrozó la vida en ese momento oler tanta muerte, donde se advertía claramente tanta posibilidad de vida, y en donde se habían salvado y alimentado tantas otras durante tantos años.

Apliqué en aquel viaje la disciplina férrea que me impusieron quienes construyeran un día los albergues, y que racionalizaron después mis padres, y esta vez sin tomar postre (a pesar de lo “laminero” que soy) ¡Ya me lo habían dado los políticos! me dirigí con mi querido Jesús a la maqueta de la entrada para fotografiarme junto a ella, pues tenía la ilusión, el presentimiento de que mientras acariciase la maqueta El Parador de Manzanares me seguiría acogiendo toda mi vida.


Ocho meses después, es decir este de agosto de 2013 en el que esto escribo, volviendo del Paradorde Almagro, he podido comprobar cómo la vida ha vuelto a Manzanares, y lo que es mejor, cómo va a volver mucho más… pues todavía están temblando un poco mis amigos y los muebles, desde nuestra amarga navidad.


Pude ver cómo un equipo, pequeño -en Paradores casi todos los equipos se han quedado, los han dejado, pequeños desde la amarga navidad- se movía entra la eficacia y la ilusión, siempre sonriendo, siempre tratando de agradar, de atraer, por ejemplo, sirviendo un buffet que ya es mítico en Paradores; que los manchegos también han hecho suyo, incluso hasta el punto de no estar muy dispuestos a que ese magnífico y joven Jefe de Cocina del Parador, llegado a este desde la Cocina del Parador la Granja, Raúl Escuderos Terriza, les varíe mucho la oferta ¡Ni falta que hace, pero si es un espectáculo verlo todo preparado como ya lo preparan, y la calidad que reúne, como podréis comprobar en uno de los videos que acompañan este artículo, aunque os aconsejo que lo hagáis “in situ” lo antes posible.


A ese espectáculo se suma el del “equipo Maeso” en el comedor, Almudena, Mari Gracia, Crescencia, Carmelo.… o los compañeros de la Recepción, de la acogida, María Ángeles, Antonio, Ramón,  o en los pisos, Polo. Mari Carmen… todos en definitiva aunque yo no recuerde todos los nombres, ni tenhga el placer de conocer a todos. 

Para ese entrañable y profesional Jefe de Comedor que es José Maeso, el Parador de Manzanares es su Casa y como tal la trata,  e incluso sospecho que se mueve mejor por esta Casa que le ha servido como bálsamo de otras injusticias, también muy dolorosas, que a veces la vida nos depara en nuestra casa propia ¡Si lo sabré yo, que también noté mi casa muy vacía en determinada época de mi vida!
Probablemente la vida sea como el buen buffet de Manzanares, a veces se terminan los nobles manjares, pero se reponen con la misma presteza y categoría...


Y como todos los buenos equipos deben tener quien los coordine, los aliente, y se remangue en cuanto haga falta, y ahora hace mucha, también es para mí un placer, y una garantía de calidad el de un buen director haciéndose la carretera, Almagro-Manzanares y viceversa, ayudado como saben hacerlo los gallegos listos y nobles por una de las jóvenes promesas de Paradores que, al menos a mí, más me ha ilusionado.


Hace muy pocos días, regresando de los inolvidables Paradores de Carmona y Ronda, volvimos a darnos un baño de calidad y calidez marca “familia de Paradores” en Manzanares. Pocas sensaciones más gratas para mí en mi querida Red pública que salir junto a Jesús del Parador, ya anochecido, escuchar el silencio del paraje, recordar a otras personas que en otro tiempo también compartieron con nosotros lo mejor de sus vidas, y ver cómo se va tornado de azul añil a azul noche ese color manchego de sus puertas que pintaran un día otros amigos de Paradores que también apreciamos.


Debió ser porque no me hacían falta con la luna por lo que me dejé las gafas de sol en el Parador ¿O quizá una favor del destino para volver pronto?



(Dedicado a Pedro Carreño, a Miguel Castro, a Raúl Escuderos, a José Maeso, a Carmelo, a Almudena, a Mari Gracia, a Crescencia “Paqui”, a Polo, a Mari Carmen, a María Ángeles, a Antonio, a Ramón…  a toda la familia del Parador de los que aún desconozco sus nombres, pero aprecio tan profundamente como a los demás. Y  también a todas las personas que desde 1932 se hayan alojado en Manzanares, y a todas las que lo van a seguir haciendo cuando yo ya no esté).







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