“Estamos en plena
cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el
funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios.”
(Eduardo Galeano
-Montevideo, 3 de septiembre de 1940 - Montevideo, 13 de abril de 2015-).
“El que compra lo que
no necesita se roba a sí mismo”.
(Proverbio sueco)
Nací de unos
padres con unos principios muy definidos en torno al derroche, y crecí en una
casa donde jamás vi que sobrara nada de lo poco que teníamos, al mismo tiempo
que nunca eché nada en falta para mi correcto y feliz desarrollo y el de mis
hermanos. Pronto comprendí que ello no obedecía a que fuésemos, como
éramos, una familia muy humilde, sino a los sólidos principios en los que
coincidían mi padre y mi madre, que uno había llegado a Madrid en los años 40
después de que le obligaran a participar en la guerra incivil arrancándole de
su aldea gallega, y la otra a servir en las casas de la Gran Vía madrileña tras
estar acarreando, segando, trillando, etc., prácticamente desde que nació en su
pueblo mínimo a menos de 30 kilómetros de donde pasada casi la vida estará el
Parador de Molina de Aragón.
Pasados también
muchos años, casi ayer como quien dice, me he enterado de que lo que mis padres
hacían se llamaba sostenibilidad, reciclaje. Quizá por ello lograron sostener
tan bien nuestra casa, nuestras vidas, en un Madrid en blanco y muy negro de los
años 50 y posteriores, en aquellas adversas situaciones en tantos aspectos
políticos, sociales, económicos...
Hoy yo, con
muchas más posibilidades que ellos, gracias a ellos, y en una sociedad donde se
hace casi imposible, intento desarrollar aquellos principios ya no conviviendo en aquellos orígenes, pero reiterando día a día en identificarlos en mi ADN.
Lejos ya pues de aquella humildad, pero muy cerca de mi ADN, de mi pasión por el
patrimonio de lo mío y los míos, de la humildad de la gran familia que los
atendía -en su inmensa mayoría tan parecida a mis padres- se encuentra
PARADORES donde, desgraciadamente, y de forma creciente en su historia, y a
veces muy desorbitada, estos principios han brillado por su ausencia en las conductas, siempre hechas las necesarias excepciones, de quienes los gestionaban al más alto nivel.
No hace
mucho más de dos años escribía una carta abierta a la entonces presidenta de
Paradores, Doña María Ángeles Alarcó Canosa (ex esposa de D. Rodrigo Rato,
siete años sentada en la presidencia de la empresa pública¡¡), que entre los
varios despropósitos y desatinos que junto a la parte de su equipo que
correspondiera, acometió con la Red, con sus trabajadores y trabajadoras y con sus
clientes, se encontraba el de una masiva compra de vasos para el agua,
retirando las copas para agua que PARADORES ya tenía (también tenía vasos varios,
y desde luego vasos para los niños, que no suelen usar las copas), y que se venían utiliando tradicionalmente ante el contento de sus clientes -estos gastos y “fastos”
y más cosas los hacía, mientras perpetraba un ERE contra la plantilla, ERTES y, en
fin, como escribía, varios daños más. La carta llevaba por título “PARADORES:¿VASOS POR PUNTOS… O LA ENÉSIMA FALTA DE RESPETO A CLIENTES Y TRABAJADORES? (Carta abierta a su Presidenta)”, y pueden leerla pinchando el enlace si es su
voluntad.
Tras la
afortunada marcha hace dieciséis meses de aquella señora, llegó un presidente,
a mi modo de ver, desde mi gusto y preferencias, y en mi opinión, muy distinto
tanto en el aspecto político y profesional como en el trato humano -probablemente uno
trabaja como es- y desde luego en cuanto a la idiosincrasia de sus objetivos.
Entre los que ha hecho bandera el trabajo hacia la sostenibilidad en la Red pública y la colaboración por tanto de la misma en este estado de emergencia climática que amenaza con arrasar la vida, que ya llevamos
bastante avanzada en su destrucción, y que no hay que olvidar que no se ha
producido solo, que lo hemos hecho nosotros.
La propia
empresa comunica en varias ocasiones este objetivo
como fundamental y, especialmente, en su 91 aniversario. (pinchando en los enlaces se puede obtener
más información).
De todo lo anterior
mi desagradable sorpresa cuando veo hace unas semanas algo muy distinto a lo
que esperaba volviendo a esto de los vasos; esperaba que los cientos y cientos
de “vasos Alarcó”, ya que estaba hecho el colorido gasto de los modelos “Diamond” de la
firma italiana “Bormioli Rocco” se siguieran utilizando más allá de su estética
o adecuamiento a la imagen de la Casa. O aún mejor, que se adaptaran a
ambientes menos formales que los Restaurantes Comedores de la misma (terrazas, cafeterías, incluso baños, etc.,) y volvieran a la mesas de la Red pública las copas de
agua que de forma tan extemporánea como, yo diría que ofensiva, pacata y grosera,
habían sido arrumbadas como tantas otras cosas en PARADORES.
Sin embargo
lo que me encontré fue con una nueva compra de vasos, que más allá de su
estética, y sin desear entrar en ella (estos son transparentes, llevan impreso
el frontispicio corporativo, y yo diría que son como las copas que ya existen,
pero sin pie, como una especie de “copas cojas”) pueblan de nuevo las mesas de
los restaurantes de Paradores.
Y no solo
eso, sino que junto a unas instrucciones, dicho sea con todo respeto, tan
baladíes como incomprensibles (estos vasos deben ir al lado contrario de lo que
ha venido siendo habitual en la puesta de las mesas, y de las servilletas enrolladas en forma
de rulo, tipo restaurante chino), van acompañados de un nuevo plato para
depositar el pan, de diseño totalmente diferente al resto de la vajilla de
Paradores y de los que ya existen-existían más adecuados para tal menester; así como de una
especie de “cuenquito” para depositar el aceite de mesa, que igualmente
disponía ya de recipientes “ad hoc” en los Paradores en los que se dispensaba,
que no era ni mucho menos en la mayoría, ya que lo que si se disponía en todos
era del aceite en la propia mesa para que uno pudiera consumirlo o no.
En el colmo
del despropósito, el platito en cuestión (de la
cerámica portuguesa “Vista Alegre”) es exactamente el mismo que la vajilla
que utiliza la Cadena de cafeterías y comida preparada “Viena Capellanes” . Y esto no lo expreso como un demérito de
una Cadena como “Viena Capellanes” por la que siento devoción casi desde niño
madrileño, y muy especialmente desde que supe que la había creado la familia de
Pio Baroja, y que él mismo había trabajado en su obrador (creo que si hay una
historia hostelera en la que he profundizado en conocimiento y afecto además de la de
Paradores, ha sido precisamente la de “Viena Capellanes” y su identificación con mi ciuad de origen). No, lo digo en demérito de una Red pública sin par que desde 1928
se abandera en la “singularidad”, en su calidad, amabilidad, leyenda; por sus
formas de hacer distintas a las demás. La única diferencia del plato "adoptado" con el de "Viena Capellanes" es que (imagino que para más gasto aún), le ha sido implantado en el centro el logo corporativo
de mi querida “P” bajo tejadillo (lo que suprime además el efecto de azulejo portugués que, en mi opinión, pretende el modelo).
Pienso que la labor de un presidente de Paradores, opino que un buen presidente como el actual, no es estar pendiente, como supongo que no lo estará, de si se compran vasos o no. Que lo suyo es hacer una buena estrategia turística de España desde una empresa pública tan fundamental como PARADORES que, prácticamente, “inventó” el turismo en nuestro país, y comprometer a la empresa a los Objetivos de Desarrollo Sostenible que ha iniciado, y exigir y, en este caso sí, vigilar a sus equipos encargados de hacer que se realicen en el sentido que deben de llevarlo a cabo.
Es claro que
amontonar vasos de colores que ya estaban, seguir arrumbando las copas de agua
que arrumbaron los equipos de una persona tan diferente, y el redoble de
comprar otros vasos distintos (no sé si por el mismo o similar equipo), unos
copiados platos, unos cuenquitos (y esperemos que no toda la vajilla y que
vaya aflorando como otras veces), mientras los almacenes de Paradores siguen
abarrotados de loza, no tiene nada que ver con la sostenibilidad.
Es cierto
que las personas contemporizadoras y con sentido común y un determinado aspecto
humanista, a diferencia de las de idiosincrasia déspota o tiránica de otras, suelen ser más cauras, más recelosas a la hora de cambiar determinados Cargos y cargas heredadas que
ya ha quedado muy claro en el tiempo que no funcionaban; que cuando el presidente de una
empresa pública de la envergadura de PARADORES, declara institucionalmente con
determinación y buena intención allá por donde va y en nombre de sus
trabajadores y trabajadoras que “Los 4.000 empleados de Paradores estamos
comprometidos con la Agenda 2030 y no vamos a parar de realizar acciones
concretas y reales para transforman la vida de la gente que ayudan a mejorar
nuestro planeta”, estos cargos deben de ser muy exigidos, muy controlados, para que no se
dediquen a justificar su sueldo con la última ocurrencia de turno que han
visto en un restaurante, de moda o no, y en lugar de dar un cambio bien
estructurado, homogéneo y radical a la errática dirección gastronómica que
acometió la presidenta de más años en la silla, se dediquen a gastar dinero
público innecesario comprando lo que ya existe, cambiándolo de lado y
enrollando las servilletas. No resulta coherente.
Aunque en
estos últimos dieciséis meses es claro para quienes amamos Paradores que existe
una decidida voluntad de dar un buen rumbo a la que siempre fue prestigiosa gastronomía
de la Casa, también lo es que a diferencia de lo que ha sido prestigiosa
historia de PARADORES durante gran parte de su trayectoria de Red, en la que
esa gastronomía, esa calidad, esa puesta en la mesa incluida, era general y
homologada, (reitero que Paradores es una Red, y deseo recordar nombres ahora como Benito Ortíz, Emilio Gómez-Calcerrada, y algunos más), ahora, esde mi punto de vista, es un descabale que
depende muy determinantemente del Parador donde uno se encuentre, de quien sea
el o la responsable gastronómica de la región donde esté. Y desde luego siempre
del esfuerzo y la profesionalidad de la Cocina, Comedor, y la plantilla en coordinación con el
director o directora que tengan. Y ahí también entra el asunto de “los
cacharros”, los vasos y los múltiples modelos que uno puede encontrarse o no a
la hora de sentarse a la mesa en una Red donde este aspecto debería ser el
mismo en todos como lo fue casi siempre.
A los
clientes no se nos pone más contentos, ni nos sentimos mejor atendidos por
encontrarnos cada temporada una colección nueva de vasos, o cualquier invento
gastoso, al contrario, a los clientes que sabemos dónde queremos ir cuando
vamos a Paradores, lo que nos pone contentos, desde luego a mi sí, es que el
dinero público utilizado en seguir acumulando de forma consumista innecesarios
vasos y platos, sea utilizado para mejorar un poquito los sueldos, conciliación familiar y otros
derechos muy mermados en estos últimos años de quienes tienen que transportarlos a las mesas, y
fregarlos; de quienes elaboran lo que debe ir en los platos, y en general a los trabajadores y trabajadoras de unas plantillas que durante 91 años han sostenido
esta querida Red pública. Y que ellos también puedan estar un poco más
contentos y vean desarrollado un Convenio que han tenido sin renovar casi diez años con la colaboración "estelar" de la señora Alarcó y los suyos.
En fin, como
“cliente pensante” y participativo, siempre que veo en fotos una de esas
preciosas mesas que montan para eventos de jefes de estado, recepciones
institucionales, etc., un gran equipo de un determinado Parador de la Red, a
veces incluso en palacios que no son los de Paradores, pienso lo mismo cuando me
doy cuenta de que disponen de copas de vino y copas de agua como las que henos
visto y utilizado siempre en Paradores, y que no hay por parte alguna vasos: ¿Por
qué tienen que hacer “el experimento” y el gasto con la clientela? ¿Es que no
nos merecemos igual trato y menor gasto? ¿Por qué tienen que arrumbarlas?
Confío en
que la cosa quede aquí, en que "no crezca" la vajilla, en que lleguemos a poder disfrutar en PARADORES de
un criterio homologado y respetuoso con las intenciones y las decisiones de su
actual presidencia, porque sinceramente estos vasos “no se sostienen”.
Y porque de
no ser exigentes con quienes deben cumplir y respetar los objetivos, podrían llegar a pagar "los platos rotos" quienes mejores y más sostenibles intenciones de cambio tengan. Y eso no sería justo.
Buenas tardes Enrique, un placer y un lujo leer esta entrada del blog, siempre he sido y seré fiel defensor de la copa de agua en un mesa digna y Paradores cumple más que de sobra con el adjetivo de digno. Me gusta pasar un poco anónimo cuando me alojo y disfrutar de la estancia y sobre todo la comida, en todos estos años y en habiendo pernoctado y comido en más de 70 Paradores solo he conocido y entablado conversación con un Director, Alcalá de Henares y fue su capricho el querer conocerme. Solo pretendo disfrutar cuando me alojo en Paradores y una de las cosas que me hace más feliz es "POR LA DOBLE COPA". Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Pablo por tu atención a mi artículo. Somos muchos los que te seguimos en esa constancia tuya de reclamar la doble copa por las, como tú escribes, dignas mesas de Paradores, y que te lo agradecemos.
ResponderEliminarPrecisamente al equipo del Parador de Alcalá de Henares es al que me refería en el artículo cuando escribía sobre las preciosas mesas que montan para muy destacados eventos, y en las que siempre hay copas y nunca vasos. Estoy seguro de que te gustó mucho conocer al director de ese Parador. Es un “hombre de Paradores” que ha dedicado, y dedica, su vida laboral a nuestra querida Red, y que lo ha hecho desde su más temprana juventud, desde las cocinas hasta las direcciones de muchos de los Paradores de la Red. Es historia y presente de Paradores. Yo le tengo un gran aprecio y admiración.
Espero que en una ocasión no lejana pierdas solo por un rato ese anonimato conmigo, y podamos compartir esa DOBLE COPA en cualquiera de los Paradores que tanto nos gustan.
Un abrazo fuerte.