LA GRAN FAMILIA

LA GRAN FAMILIA

jueves, 5 de diciembre de 2013

JUNTOS EN ALCAÑIZ (SÍ SE ESCUCHARÁN LAS JOTAS…)

(Reedición)


“Luchando tercos y rudos,

grandes para los reveses,

luchando tercos y rudos,

somos los aragoneses

gigantes y cabezudos,

grandes para los reveses,…”

 (Miguel Echegaray y Eizaguirre)
 




Desde niño me ha gustado la jota. Recuerdo, con apenas cinco años, de mis veranos cuando iba de Madrid a pasarlos –a que me engordaran- con mis abuelos en un pueblo tan pequeño como querido llamado Anquela del Ducado, a tan solo veintiséis kilómetros de Molina de Aragón (donde ¡quien me lo iba a decir entonces! algún día habrá un Parador), y a ciento treinta y tres de Teruel, donde ya lo hay desde hace mucho tiempo: recuerdo decía, cómo mi momento preferido del día era cuando mis jóvenes tíos volvían de trabajar en el pinar, y después de asearse en la puerta de la casa (escribo de unos años en pleno apogeo del franquismo en un pueblo al que no llegaba más energía que la necesaria para escuchar “el parte”), en un gran barreño de zinc, entre una alegría que vista desde estos tiempos podría resultar insólita, cogían uno la guitarra, otro la armónica y los demás, junto con ellos y mi abuelo Enrique, cantábamos mientras se hacía la hora de cenar (en nada, pues volvían muy tarde de la faena) y de irnos a la cama a la luz de los candiles. De nuevo todos juntos alrededor de un recipiente, esta vez de una sartén que no un barreño, donde humeaba lo que mi abuela había preparado mientras, de tanto en tanto, se la había escuchado desde dentro, apoyar lo que cantábamos fuera.
Hoy, mucho más cercano a la edad de mis abuelos entonces que a la de mis tíos, y cuando ya he perdido a casi todos, estoy seguro de que mi amor por el canto, por la jota, por la solidaridad, por la lucha, por la supervivencia, y por la dignidad en definitiva, tuvo allí una escuela que complementaba lo que también veía en mis padres el resto del año… ¡aunque con menos jotas!
Un año va a cumplirse ahora en 2013 de lo que para mí, y supongo que para muchos y muchas que se parecerán a mis tíos en la faena, y que provienen de personas como mis abuelos, mis padres, ha sido LA HISTORIA MÁS TRISTE DE PARADORES desde que algunos albergues tuvieran que servir como hospitales de campaña en nuestra  incivil guerra.

Me refiero al ERE al que la última, hasta ahora Dirección de PARADORES sometió a los trabajadores de la histórica Red, causando mucho daño en el presente y en el futuro de muchas familias de trabajadores y trabajadoras, y en la memoria histórica de quienes se dejaron la vida en la labor de hacer de la Red hostelera sin parangón, y en turismo español, lo que han llegado a ser.
Hasta entonces, hasta este ERE y estos “planes”, a mi, desde que algo mayor que en Anquela del Ducado llegase a las puertas del Parador Nacional “Raimundo de Borgoña en Ávila” (en unas colonias del franquismo también) y me quedase prendido, prendado, en la Red, nunca me había llegado nada malo de Paradores. Sin embargo recuerdo la última Navidad, como una “Amarga Navidad”, que ya entonces, intenté reflejar en este blog mío.
Vi camareras que padecían cáncer llorar el día de Nochebuena porque ya se sabían parte de determinadas listas; escuché cómo hombres jóvenes, profesionales espléndidos me contaban que iban a tener que separarse de sus niños, pequeñísimos, y a su mujer, en la localidad donde vivían, para irse al extranjero a buscar trabajo, pues ya sabían lo que les iba a suceder en Paradores; respiré el miedo, la angustia, la ansiedad de tantas y tantos otros que, en cambio, no lo sabían, etc.
Y mientras, hacíamos quinielas a ver qué Paradores iban a caer de acuerdo con las amenazas, cuáles iban a cerrar, mientras permanecíamos atentos a lo que nos iban contando desde unas determinadas negociaciones enlugares “enmoquetados”.
¡Cuánto me recordó todo aquello a la espera “del parte” de mis años infantiles en el pueblo, a la vuelta de la faena; a la emigración para ver si se podía encontrar  algo más para subsustir, a base de no ver crecer a los hijos ni morir a los padres, al miedo en el que vivíamos todos los que no mandábamos!
Yo, incluso a riesgo de que las o los que sí mandan ahora me considerasen persona no grata -algo tuve que escuchar al respecto, no creáis- hice lo único que sé, lo que aprendí ya en Anquela del Ducado cuando cantaba con mis tíos jotas al anochecer: intentar humildemente ser agradecido, solidario… Yaún habría hecho algo más si más hubiésemos sido. De aquellos años y de después aprendí también que solo con la unión viene la fuerza, que uno, por hambre que tenga, no debe escindirse si las lentejas no van a ser para todos, pues entonces ya estamos perdidos, primero unos y luego los otros... y la lentejas, y el trigo se los quedan siempre los mismos, las mismas.
 
Desafortunadamente Paradores me parece terreno abonado para la división, pues si toda la plantilla, "la gran familia", estuviera junta en un edificio, aún con sus más y sus menos, quizá otro gallo hubiese cantado, pero si la propia familia de uno está dividida ¡es tan fácil dividir noventa y tantas casas separadas entre sí cuando menos por la distancia! Casi tan fácil como con las autonomías de nuestra tierra.

Recuerdo bien de esa triste y reciente época, como cada vez que conectaba el ordenador, entre los Paradores, que no fueron pocos, donde los trabajadores y las trabajadoras luchaban por no perder sus derechos, su sustento, porque no les cerrasen sus trabajos, siempre me encontraba al Parador de Alcañiz (Teruel) en los primeros lugares del muro. Y veía la hermosa silueta nocturna de ese poderoso Castillo, coronando un pueblo que me resultaba familiar, y casi automáticamente volvían a mis oídos aquellos anoceheceres en Anquela del Ducado, y las notas de aquel “Luchando tercos y rudos, grandes para los reveses, somos los aragoneses….” que salían de la guitarra y la ramónica, y de nuestra voces.
Poco después me supe que mi querido Parador de Puerto Lumbreras sería cerrado para siempre, que muchos Paradores iban a permanecer cerrados muchos días al año, con el consiguiente perjuicio para trabajadores, y aunque en menos medida lógicamente, para clientes, y también claro está, para el perjuicio de la histórica Red hostelera pública, ya que es evidente que en Parador cerrado no entran clientes, y se caen las casas. También supe que la Dirección de Paradores había dado instrucciones para que se suspendieran las cenas de fin de año… ¡hubieran las reservas que hubiesen!
Y me invadió una tristeza infinita, una rabia grande.. y pensé que el pueblo, todos los pueblos, todas las localidades que tuvieran un Parador, o incluso los que no lo tuviesen deberíamos exigir que no nos cerrasen las puertas de nuestras Casas, coger las tarteras, los polvorones, de casa, y la armónica y la guitarra, y la pandereta... y subir a nuestros Paradores a cenar lo que hubiese ¡Menos tenían mis tíos y cantaban! Con la misma alegría, con la misma fuerza. Y hacernos cargo de lo que es nuestro, de nuestros castillos, palacios, conventos, playas, montañas… de nuestro patrimonio nacional en definitiva. Y cantar, cantar… por que quien canta, ya es sabido, su mal espanta.
En el mes de mayo, cuando ya se había consumado el "calvario viable de diseño", fui con Jesús a conocer el Parador de Alcañiz “LaConcordia”, ese irrepetible Castillo de Paradores, al que había tomado tanto afecto a fuerza de verlo día tras día en las redes sociales, y en casi todas partes, pidiendo que no lo cerraran. Y entonces me enteré de que mi sueño, lo que parecía una utopía general, en Alcañiz se había cumplido.

Los alcañizanos y las alcañizanas, habían subido a su Parador el día 31 de diciembre, habían abarrotado el que es uno de los Comedores restaurantes más bellos de toda la Red, y habían celebrado juntos, probablemente entre risas, lágrimas y música, su último día de tal olvidable año, brindando y apostando porque el siguiente pudiera ser mejor, y porque no les arrebatasen lo suyo.
Desde ese mismo momento decidí que tenía que proponer a mis amigos Amigos de Paradores y a los que quisieran serlo, que cenásemos como los alcañizanos ¡Juntos en Alcañiz! en ese mismo Comedor, y teníamos que brindar por ellos, y por los trabajadores, y por toda la Red de Paradores ahí, en ese constante pensamiento que ha formado, y forma parte de mi vida: cuando la gente se une en noble defensa de lo suyo, nada puede parecer mal si no es a quienes no actúan noblemente.
Nuestros días juntos Alcañiz, han sido una de las experiencias más gratificantes en esta ya larga ruta por nuestra querida Red.
Subimos a la Torre del Castillo espléndidamente guiados, conocimos el pueblo, degustamos algo de su gastronomía, conocimos parte de la “versión original” de Teruel; cenamos en el inolvidable Comedor Restaurante del Parador “La Concordia”, y fuimos tratados una vez más como familia más que como clientes. La amabilidad, la calidad y la leyenda estuvieron presentes en todo momento. En mi perfil en Facebook, y en los de algunas amigas y amigos, podréis, si es vuestro gusto, ver, leer, algunos de estos momentos.
Pero hubo uno especialmente que no voy a olvidar mientras viva; Jesús, mi cónyuge, nos había organizado una visitaguiada al Pueblo Viejo de Belchite (¡Cuanto que ver con lo escrito hasta aquí!). Fue una visita preciosa y sobrecogedora, o quizá preciosa por sobrecogedora en lo que representa en nuestra memoria (otro día hablaremos más de Belchite).
En un determinado momento de la visita pasamos por la puerta metálica de los restos de la Iglesia del Convento de San Agustín, en la que había escritos unos versos anónimos, que me parecieron las rimas de una jota.
Se me quedaron grabados inmediatamente. Según los leía me sonaban en el recuerdo la armónica, la guitara, y las voces de los míos.
Ya cuando la  visita iba a finalizar, la guía, una espléndida alcañizana que nos había estado enseñando nada menos que las propias casas derruidas de sus padres y familiares, refiriéndose a determinados aspectos de la memoria histórica, y después de señalarnos un obús que todavía permanece clavado en los muros, nos dijo que “una vez un visitante les cantó la jota escrita en la puerta de la iglesia…”.
Y entonces yo pensé que de bien nacidos, y de personas gratas, como yo trato de ser, es ser agradecidos, Y pensé que probablemente mis tíos me habían enseñado, aún sin saberlo, para este momento, para que nunca dejaran de tener voz los zagales, y que los clentes de Paradores, los amigos estábamos en deuda con el Parador de Alcañíz, y los alcañizanos que se habían sentado a su mesa en tiempo de reveses.
Por ello “me senté de nuevo en el poyato de la casa de mis abuelos” (no me costó mucho pues tenía a mi lado a mi querida prima Maribel, nacida en Anquela del Ducado casi cuando yo, que representaba ahí en ese momento para mí la esencia de toda mi gente: cogí aire de Belchite y canté la jota, con la que hoy pongo fin a este artículo, en la esperanza, en la exigencia si se me permite, como ciudadno español, de que PARADORES y su gente no vuelva a sufrir lo que sufrió la pasada Navidad, y de que los clientes, los ciudadanos de este pais y de cualquier otro, podamos cenar siempre en cualquier establecimiento de la Red de Paradores de Turismo de España, pública, sin externalizar, con los servicios prestados por sus propios trabajadores, sin franquicias extemporáneas, y sin cierres temporales. Es tan perfectamente posible como la ha sido durante mucho tiempo, solo es prfeciso buena gestión, profesión, y honradez, pues clientes fidelizados somos muchos.

Solo así se mantendrán con vigencia, o se recuperarán en los casos necesarios, esas tres palabras que figuran en las puertas de nuestro patrimonio, como figura esta jota en la iglesia, derruída de Belchite ¡CALIDAD, AMABILIDAD, LEYENDA!

“Pueblo viejo de Belchite,

ya no te rondan zagales.

Ya no se oirán las jotas

que cantaban nuestros padres,

Pueblo Viejo de Belchite.

(NB.)
  
(Dedicado a Ángel Fernández De Lamo; a todos y cada una de los trabajadores y trabajadoras del Parador de Alcañiz; a todas y todos los trabajadores que han sido víctimas de ERE de Paradores; al pueblo de Alcañiz... y a un familiar muy querido que nunca dejó de estar presente en lo más profundo de mi recuerdo en estos dos viajes a Alcañiz, por quien esta vez la jota "que es algre o triste, segun está quien la canta", ha sido triste).


(Voz en video Alcañiz: Alfredo Kraus)
(Voz en video de Belchite: Ana María Iriarte)





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