(Reedición)
“Luchando
tercos y rudos,
grandes
para los reveses,
luchando
tercos y rudos,
somos
los aragoneses
gigantes
y cabezudos,
grandes
para los reveses,…”
(Miguel Echegaray y
Eizaguirre)
Un año va a cumplirse ahora en 2013 de lo que
para mí, y supongo que para muchos y muchas que se parecerán a mis tíos en la
faena, y que provienen de personas como mis abuelos, mis padres, ha sido LA HISTORIA
MÁS TRISTE DE PARADORES desde que algunos albergues tuvieran que servir como
hospitales de campaña en nuestra incivil guerra.
Me refiero al ERE al que la última, hasta ahora Dirección de PARADORES sometió a los trabajadores de la histórica Red, causando mucho daño en el presente y en el futuro de muchas familias de trabajadores y trabajadoras, y en la memoria histórica de quienes se dejaron la vida en la labor de hacer de la Red hostelera sin parangón, y en turismo español, lo que han llegado a ser.
Me refiero al ERE al que la última, hasta ahora Dirección de PARADORES sometió a los trabajadores de la histórica Red, causando mucho daño en el presente y en el futuro de muchas familias de trabajadores y trabajadoras, y en la memoria histórica de quienes se dejaron la vida en la labor de hacer de la Red hostelera sin parangón, y en turismo español, lo que han llegado a ser.
Hasta entonces, hasta este ERE y estos
“planes”, a mi, desde que algo mayor que en Anquela del Ducado llegase a las
puertas del Parador Nacional “Raimundo de Borgoña en Ávila” (en unas colonias del franquismo
también) y me quedase prendido, prendado, en la Red, nunca me había llegado nada
malo de Paradores. Sin embargo recuerdo la última Navidad, como una “Amarga Navidad”,
que ya entonces, intenté reflejar en este blog mío.
Vi camareras que padecían cáncer
llorar el día de Nochebuena porque ya se sabían parte de determinadas listas;
escuché cómo hombres jóvenes, profesionales espléndidos me contaban que iban a tener
que separarse de sus niños, pequeñísimos, y a su mujer, en la localidad donde vivían,
para irse al extranjero a buscar trabajo, pues ya sabían lo que les iba a suceder
en Paradores; respiré el miedo, la angustia, la ansiedad de tantas y tantos otros que,
en cambio, no lo sabían, etc.
¡Cuánto me recordó todo aquello a la
espera “del parte” de mis años infantiles en el pueblo, a la vuelta de la faena;
a la emigración para ver si se podía encontrar algo más para subsustir, a base de no ver crecer a los hijos ni
morir a los padres, al miedo en el que vivíamos todos los que no mandábamos!
Yo, incluso a riesgo de que las o los que
sí mandan ahora me considerasen persona no grata -algo tuve que escuchar al respecto,
no creáis- hice lo único que sé, lo que aprendí ya en Anquela del Ducado cuando cantaba
con mis tíos jotas al anochecer: intentar humildemente ser agradecido, solidario… Yaún
habría hecho algo más si más hubiésemos sido. De aquellos años y de después
aprendí también que solo con la unión viene la fuerza, que uno, por hambre que
tenga, no debe escindirse si las lentejas no van a ser para todos, pues entonces
ya estamos perdidos, primero unos y luego los otros... y la lentejas, y el trigo se los
quedan siempre los mismos, las mismas.

Desafortunadamente Paradores me parece
terreno abonado para la división, pues si toda la plantilla, "la gran familia",
estuviera junta en un edificio, aún con sus más y sus menos, quizá otro gallo hubiese
cantado, pero si la propia familia de uno está dividida ¡es tan fácil dividir noventa y tantas casas separadas entre sí
cuando menos por la distancia! Casi tan fácil como con las autonomías de nuestra tierra.
Recuerdo bien de esa triste y reciente
época, como cada vez que conectaba el ordenador, entre los Paradores, que no
fueron pocos, donde los trabajadores y las trabajadoras luchaban por no perder sus derechos,
su sustento, porque no les cerrasen sus trabajos, siempre me encontraba al
Parador de Alcañiz (Teruel) en los primeros lugares del muro. Y veía la hermosa
silueta nocturna de ese poderoso Castillo, coronando un pueblo que me resultaba
familiar, y casi automáticamente volvían a mis oídos aquellos anoceheceres en Anquela
del Ducado, y las notas de aquel “Luchando tercos y rudos, grandes para los
reveses, somos los aragoneses….” que salían de la guitarra y la ramónica, y de nuestra voces.
Poco después me supe que mi querido
Parador de Puerto Lumbreras sería cerrado para siempre, que muchos Paradores
iban a permanecer cerrados muchos días al año, con el consiguiente perjuicio
para trabajadores, y aunque en menos medida lógicamente, para clientes, y
también claro está, para el perjuicio de la histórica Red hostelera pública, ya que es
evidente que en Parador cerrado no entran clientes, y se caen las casas.
También supe que la Dirección de Paradores había dado instrucciones para que se
suspendieran las cenas de fin de año… ¡hubieran las reservas que hubiesen!
Y me invadió una tristeza infinita,
una rabia grande.. y pensé que el pueblo, todos los pueblos, todas las localidades
que tuvieran un Parador, o incluso los que no lo tuviesen deberíamos exigir que
no nos cerrasen las puertas de nuestras Casas, coger las tarteras, los
polvorones, de casa, y la armónica y la guitarra, y la pandereta... y subir a nuestros Paradores
a cenar lo que hubiese ¡Menos tenían mis tíos y cantaban! Con la misma alegría,
con la misma fuerza. Y hacernos cargo de lo que es nuestro, de nuestros castillos,
palacios, conventos, playas, montañas… de nuestro patrimonio nacional en definitiva.
Y cantar, cantar… por que quien canta, ya es sabido, su mal espanta.
En el mes de mayo, cuando ya se había
consumado el "calvario viable de diseño", fui con Jesús a conocer el Parador de Alcañiz “LaConcordia”, ese irrepetible Castillo de Paradores, al que había tomado tanto
afecto a fuerza de verlo día tras día en las redes sociales, y en casi todas
partes, pidiendo que no lo cerraran. Y entonces me enteré de que mi sueño, lo
que parecía una utopía general, en Alcañiz se había cumplido.
Los alcañizanos y las alcañizanas,
habían subido a su Parador el día 31 de diciembre, habían abarrotado el que es
uno de los Comedores restaurantes más bellos de toda la Red, y habían celebrado
juntos, probablemente entre risas, lágrimas y música, su último día de tal olvidable año, brindando
y apostando porque el siguiente pudiera ser mejor, y porque no les arrebatasen
lo suyo.
Desde ese mismo momento decidí que
tenía que proponer a mis amigos Amigos de Paradores y a los que quisieran serlo, que cenásemos como los
alcañizanos ¡Juntos en Alcañiz! en ese mismo Comedor, y teníamos que brindar
por ellos, y por los trabajadores, y por toda la Red de Paradores ahí, en ese constante
pensamiento que ha formado, y forma parte de mi vida: cuando la gente se une en
noble defensa de lo suyo, nada puede parecer mal si no es a quienes no actúan noblemente.
Nuestros días juntos Alcañiz, han sido
una de las experiencias más gratificantes en esta ya larga ruta por nuestra querida
Red.
Subimos a la Torre del Castillo espléndidamente
guiados, conocimos el pueblo, degustamos algo de su gastronomía, conocimos
parte de la “versión original” de Teruel; cenamos en el inolvidable Comedor Restaurante
del Parador “La Concordia”, y fuimos tratados una vez más como familia más que como
clientes. La amabilidad, la calidad y la leyenda estuvieron presentes en todo
momento. En mi perfil en Facebook, y en los de algunas amigas y amigos, podréis,
si es vuestro gusto, ver, leer, algunos de estos momentos.
Pero hubo uno especialmente que no voy
a olvidar mientras viva; Jesús, mi cónyuge, nos había organizado una visitaguiada al Pueblo Viejo de Belchite (¡Cuanto que ver con lo escrito hasta aquí!).
Fue una visita preciosa y sobrecogedora, o quizá preciosa por sobrecogedora en
lo que representa en nuestra memoria (otro día hablaremos más de Belchite).
En un determinado momento de la visita
pasamos por la puerta metálica de los restos de la Iglesia del Convento de San
Agustín, en la que había escritos unos versos anónimos, que me parecieron las
rimas de una jota.
Se me quedaron grabados
inmediatamente. Según los leía me sonaban en el recuerdo la armónica, la
guitara, y las voces de los míos.
Ya cuando la visita iba a finalizar, la guía, una
espléndida alcañizana que nos había estado enseñando nada menos que las propias
casas derruidas de sus padres y familiares, refiriéndose a determinados
aspectos de la memoria histórica, y después de señalarnos un obús que todavía permanece
clavado en los muros, nos dijo que “una vez un visitante les cantó la jota
escrita en la puerta de la iglesia…”.
Y entonces yo pensé que de bien
nacidos, y de personas gratas, como yo trato de ser, es ser agradecidos, Y pensé
que probablemente mis tíos me habían enseñado, aún sin saberlo, para este momento,
para que nunca dejaran de tener voz los zagales, y que los clentes de Paradores, los amigos estábamos en deuda con el Parador de Alcañíz, y los alcañizanos que se habían sentado a su mesa en tiempo de reveses.
Por ello “me senté de nuevo en el
poyato de la casa de mis abuelos” (no me costó mucho pues tenía a mi lado a mi querida prima Maribel, nacida en Anquela del Ducado casi cuando yo, que representaba ahí
en ese momento para mí la esencia de toda mi gente: cogí aire de Belchite y
canté la jota, con la que hoy pongo fin a este artículo, en la esperanza, en la exigencia si se me permite, como ciudadno español, de que PARADORES y su gente no vuelva a sufrir lo que sufrió la pasada Navidad, y de que los clientes, los ciudadanos de este pais y de cualquier otro, podamos cenar siempre en cualquier establecimiento de la Red de Paradores de Turismo de España, pública, sin externalizar, con los servicios prestados por sus propios trabajadores, sin franquicias extemporáneas, y sin cierres temporales. Es tan perfectamente posible como la ha sido durante mucho tiempo, solo es prfeciso buena gestión, profesión, y honradez, pues clientes fidelizados somos muchos.
Solo así se mantendrán con vigencia, o se recuperarán en los casos necesarios, esas tres palabras que figuran en las puertas de nuestro patrimonio, como figura esta jota en la iglesia, derruída de Belchite ¡CALIDAD, AMABILIDAD, LEYENDA!
Solo así se mantendrán con vigencia, o se recuperarán en los casos necesarios, esas tres palabras que figuran en las puertas de nuestro patrimonio, como figura esta jota en la iglesia, derruída de Belchite ¡CALIDAD, AMABILIDAD, LEYENDA!
“Pueblo viejo de Belchite,
ya no te rondan zagales.
Ya no se oirán las jotas
que cantaban nuestros padres,
Pueblo Viejo de Belchite.
(NB.)
(Voz
en video Alcañiz: Alfredo Kraus)
(Voz
en video de Belchite: Ana María Iriarte)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario