(Ahora que se comienza a
conmemorar el 90 Aniversario de Paradores, que yo comencé a amar hace casi
medio siglo en Ávila, deseo compartir con vosotros este micro-relato de mi
autoría que ha sido seleccionado para incluirlo en el libro “Ávila 2069, recientemente
editado, y que recoge una serie de relatos autores premiados en el “III
Concurso de Microrrelatos Ávila Abierta” que tenían que ofrecer una imagen de
la Ciudad Patrimonio de la Humanidad en el año 2069.
Mi relato (como para mí
no podría haber sido de otra forma) habla de la armadura que me ancló a
Paradores en la puerta del “Raimundo de Borgoña” cuando esta tenga 101 un años,
que sin duda los cumplirá… porque Paradores y nuestro Patrimonio tiene que
sobrevivirnos a todos. Deseo que os guste):
“UNA
ARMADURA CON ANTENA”…
“De niño, en
los años 60, me llevaron a Ávila a unas colonias veraniegas para hijos de gente
humilde.
Un día, a la
vuelta de bañarnos en el río Adaja vi una casa muy grande y bonita y una
armadura en su puerta. Escapé de la fila para mirarla, me había impactado. Un
maestro fue a buscarme y me dijo que ese era un palacio para ricos, que se
llama Parador Raimundo de Borgoña. Desde entonces, en cuanto tuve edad y
posibilidad de alojarme, he vuelto año tras año durante más de cincuenta, para
ver mi armadura.
Anoche me
dormí pensando en ello, y tuve una pesadilla:
Por la
ciudad, con las murallas intactas, con una extraña y extemporánea antena que
salía de su casco, paseaba mi armadura entre una ingente multitud de personas
inertes apostadas en las murallas, sentadas por todas partes, suelos,
escalones, amontonadas, mirando todas hacia abajo, hacia sus manos, con una luz
espectral que partía de ellas y les confería un aspecto sepulcral en los
rostros sin expresión, casi carentes de rasgos. Había pasado mucho tiempo, yo
era centenario y volvía un año más al Palacio de Piedras Albas al encuentro de
mi armadura… Pero ella andaba, erguida y sonora, por el Paseo del Rastro con
una extraña antena que sobresalía de su parte superior.
Inolvidable mensaje de "mi armadura" en 2015 |
Ante mi
desasosiego e incomprensión habló de verdad por primera vez: “He tenido que
salir del Parador a buscar alguien que me quiera mirar”. “¿Y la antena?”
balbuceaba yo tras mi mirada catarática: “Es lo que puede conectarme a ellos;
sin la antena no me encuentran…”.
No había
coches, no existían tiendas ni árboles, no se oían campanas… solo el ruido
metálico de la armadura y el eco sordo de una ingente multitud mirando hacia
abajo, hacia sus manos, con una luz espectral que partía de ellas y les
confería un aspecto sepulcral en los rostros sin expresión, casi carentes de
rasgos.”
(Dedicado a toda la gran
familia del Parador de Ávila “Raimundo de Borgoña” desde su inauguración hasta
nuestros días con total agradecimiento).