LA GRAN FAMILIA

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jueves, 21 de agosto de 2014

CAMBIO PARADOR POR MUERTOS… O POR VIVOS



No, no crean que se trata de que mueran personas construyendo un Parador, al estilo de lo que nos avergüenza en la Historia sucedido con esa inmensa cruz de las afueras de mi tierra, que llaman el Valle de los Caídos.  Sin embargo se trata de una operación, un cambio, en la que se podrían salvar muchas personas que van a morir indefectible y muy próximamente, sin prestarles la atención obligada, en tanto se destina dinero público para realizaciones erróneas, innecesarias, y fracasadas desde principio.



Esta mañana, de vuelta de mis vacaciones por mi querida Red pública de Paradores de Turismo de España, me desayuno con dos noticias, dos viejas noticias, que hoy, si cabe, hacen que se me atragante un poco más la barra de cereales que, por cuestiones de prudencia, salud,  y cuidados, sustituye a los magníficos desayunos vacacionales en los inolvidables buffets de PARADORES, o los de sus incomparables habitaciones.
Futuro Parador de Molina de Aragón



La primera es que a la contumaz señora Cospedal, presidenta de la Junta de Castilla La Mancha, ya le han soltado sus correligionarios del Gobierno de España, Rajoy, Soria, Borrego,  del parné público, el que sale de todos nuestros  sudores y nuestros desempleos, de nuestras  discapacidades , dependencias, etc., para la construcción del Parador de Molina de Aragón, al parecer 20 millones de euros, que, por experiencia, igual luego hasta se triplican con imprevistos como en algunos casos anteriores.
(http://www.abc.es/local-guadalajara/20140805/abci-casero-parador-molina-aragon-201408051715.html).



La otra es que, a pesar de haber sucedido lo que, lamentablemente, muy pocas veces sucede en la Historia de la humanidad, como es haber encontrado un fármaco que cura totalmente la mortal hepatitis C, incluso en casos muy avanzados, “Sovaldi”, y que evita trasplantes de hígado, etc., el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, es decir el señor Rajoy, la señora Mato, etc. han decidido que en este país se siga sin dispensar a través de la Agencia de Medicación Extranjera, e incluso que la dispensación a través de “medicamentos de uso compasivos”, que prevé la ley para aquellos ciudadanos que revistan una gravedad o riesgos máximos, sea ridícula y casi inexistente de igual forma. Tal es así que, según informa la Asociación de estos enfermos terminales, en los dos próximos meses, es muy probable que mueran quinientos de ellos que ya padecen la fase de la enfermedad de “fibrosis quística”, que es, según informan, la prefase cáncer. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/04/actualidad/1404502916_381624.html



Y yo, que como es obvio no soy de aquellos que apagan la radio (o no la encienden) ante estas noticias para poder desayunar tranquilo, mientras empujo para dentro la barra de cereales y el cola cao, noto cómo van desfilando imágenes en mi cerebro:



Me veo con tres años, cuatro, cinco, etc.,yendo todos los veranos los tres meses de vacaciones escolares a Anquela del Ducado (donde los del PP también han facilitado ahora una Casa Rural de muy parecidos resultados a los que, me temo, tendría el Parador), el pueblo de mi madre, a 22 kilómetros de Molina de Aragón, a donde ella de niña y joven, acarreaba trigo, o lo que fuera, para subsistir. Me veo (ya con mis padres trabajando en “la prosperidad madrileña” de los años cincuenta y sesenta) al cuidado y engorde de mis abuelos en el pueblo, trillando, segando, ablentando, con ellos y mis tíos.



Pero, como en definitiva era un niño capitalino, humildísimo pero capitalino, también me veo en Molina de Aragón casi para cualquier cosa, pues en el pueblo no había nada más que trabajo, falta de luz y represión. Y sobre todo me veo feliz de la mano de mi abuelo Enrique, yendo a comprar las deseadas pastillas de chocolate de “Laxen busto”, pues aunque de familia humilde,  en Madrid tenía cuarto de baño, y no tenía que salir a los riscos a intentar realizar mis deposiciones a la intemperie, con la molesta compañía de las gallinas y otros bichos, y utilizar cantos, o en el mejor de los casos, por el cariño de mi abuelo, papel de periódico para mi “higiene” personal. Cuestiones estas que provocaban que mi cerebro ordenase a mi intestino que se pusiera también de vacaciones, y yo me pusiera a morir, y echase mucho de menos a mi madre, mi padre, y mi cuarto de baño, que seguían en Madrid.



Ha pasado más de medio siglo de aquello, y desde entonces, y mientras, he seguido queriendo tanto a Molina de Aragón como a aquellas piedras descolocadas por las que jugaba, y que decían que habían sido un castillo; como a los cientos de “patas de vaca” que de sus pastelerías he comido, y la he conocido tanto (siempre he procurado conocer bien lo que amo), como para saber que sigue siendo en la actualidad (incluso ahora con menos vida) similar erial cultural y turístico al que yo paseaba y asistía a su fiestas año tras año. Con unas de las cifras más altas de calor insoportable en el termómetro durante los días del estío, y con un frio nocturno considerable, y que en el invierno ofrece muy frecuentemente las temperaturas más extremadamente bajas de España, y unas heladas imposibles. La conozco tanto y tan bien como para saber que esto, y el bello, pero único, sin otra cosa más, Barranco de la Hoz, son las únicas características renombrables del lugar elegido por la señora Cospedal y los suyos, para seguir haciendo “méritos” demagógicos con el fin de no soltar la poltrona, y espero y deseo que nada más desagradable de lo que tuviésemos que enterarnos pasado el tiempo y construido el Parador.



Y medio siglo después, también por herencia familiar, y desgraciadamente, empecé a padecer una enfermedad (entonces más “rara”, ahora asoladora) que me condujo a perder la visión del ojo izquierdo; en la actualidad, nueve años más tarde estamos luchando con la del derecho.



Entonces, en 2005, en el Hospital de referencia donde me trataban, ya a la desesperada porque no contaban con más medios que los que me habían aplicado, me dijeron que existían unas inyecciones que no se dispensaban aún en la sanidad pública, pero que podían tramitarse a través del Ministerio de Sanidad, y la Agencia de Medicamentos extranjeros”, de “uso compasivo”, pero que en la Comunidad de Madrid, presidida entonces por Esperanza Aguirre, era muy difícil conseguir, prácticamente imposible. Por algo, al parecer,  muy similar a lo que sucede ahora con el medicamento que salva la vida de los enfermos de hepatitis, porque eran muy caros (entonces no había crisis ni recortes…), porque los laboratorios que los patentan, como en el caso de “Sovaldi”, tienen un coste de 3 euros por pastilla, y las venden a 640 por cada una de ellas. Y entonces tienen que ponerse a “negociar” los ministros de Sanidad como Ana Mato (también qué desagradable coincidencia de apellido para esa Cartera) con los laboratorios. En España, por cierto, ha sido tan frecuente como poco ético que algunas ministras de Sanidad o presidentas de Comunidad estén casadas con grandes empresarios de laboratorios farmacéuticos (otra lamentable coincidencia).



En mi caso escribí a la Ministra de Sanidad de entonces, en ese momento, socialista, y me respondió que el Gobierno tramitaba lo que le pedían, y que era la Comunidad de Madrid la que ponía el veto. Entonces el veto lo puse yo y aparecieron las inyecciones. Para mí ya inservibles, pero no para otros.



¡Pues nada amigos! El Gobierno del PP de ahora, del mismo partido que Doña Esperanza Aguirre, dice “estar negociando con el laboratorio”! (llevan ya ocho meses haciéndolo, y no se sabe hasta cuándo será) el precio de las pastillas que salvan vidas, mientras los enfermos mueren.



Naturalmente porque, dicen, no tener dinero para ellas… Y también alegan que es competencia y obligación de las Comunidades Autónomas la compra de estas medicaciones.



Y como respuesta, los señores y señoras Rajoy, Soria, Mato, Borrego, Cospedal, se gastan 20 millones de euros en la “Siberia española”, con el argumento de que un día, triste día desde luego, se quemaron los bosques en Saelices  ¡Si fuera por eso tendríamos que llenar España de Paradores!  Debe de ser por alguna cosa más, y muy probablemente nos vamos a enterar, pero entonces ya será tarde. Sobre todo para los quinientos enfermos de hepatitis C que están al borde de los dos meses para morir.



Bueno, yo a estas señoras, a estos señores políticos, ya los conozco bien, y los he sufrido y sufro, y les considero capaces de realizar muchas cosas que destrozan países y vidas. Pero lo que no termino de entender es la actitud, la pasividad, la parsimonia de mi pueblo llano, del que acarrea, como mi madre.



Si sabemos que el dinero público sale de nuestras espaldas, y que son estos “profesionales” quienes lo reparten en créditos, los asignan,  y según cada día nos enteramos más en no escasas ocasiones, quienes se lo llevan a casa o al extranjero, ¿por qué no salen conmigo a la calle para pedir, con la misma contumacia que la señora Cospedal, con la que sea necesaria, una “redistribución del crédito” que en este caso que pongo por ejemplo (desgraciadamente en España ahora sufrimos muchos más, mucha injusticia…)  redirija esos millones desde Turespaña y Turismo, a Sanidad, con un fin tan concreto y humano?



Estoy en disposición de decir, y de demostrar que si sólo hubiese en España dos personas a las que les gustase que el país estuviese plagado de Paradores, yo sería una; y que elegiría uno en cada localidad, y  abastecidos de personal… También me encantaría, y lo vería mucho más justo que un Parador nuevo, que esos 20 millones se invirtieran en arreglar los serios desperfectos de los “viejos”, como he pedido tantas veces, y de dotarlos de mano de obra suficiente, etc.



Pero en este caso, y en otros muchos, cambiaría Parador por muertos, por vivos en el más estricto sentido de la palabra, no me refiero a los otros “vivos”, claro.

 

(Dedicado a mis amigos, mis familiares, a cualquier persona, conozca o no, que sufra una enfermedad y no esté siendo bien atendida por este Gobierno que nos afecta).

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