No
quería dejar pasar este mes de noviembre de 2015, y hoy es su último día, sin
hacer este pequeño homenaje al tremendo esfuerzo de Jesús, y también la
expresión de mi agradecimiento a los miembros de la gran familia de PARADORES,
a algún miembro de la mía, y a los amigos y amigas, que me han ayudado a
“empujar”, a incentivar y fomentar, la ilusión de Jesús en este año
transcurrido, que visto desde aquí ahora hasta podría parecerme corto, pero que
ha sido largo, muy largo y muy costoso.
Se
me hace raro tener que dictarle al propio Jesús estas palabras que deseo dirigirle
y dirigiros, pero también pienso que, a menudo son muchas las veces que nos
callamos los sentimientos, y en el mejor de los casos los escribimos. Mis
dificultades en este caso se ponen de acuerdo con esta declaración.
Al
pequeño equipo de dos personas férreo, indisoluble en nuestra voluntad, y casi
siempre inasequible al desaliento, se han sumado nombres de personas de la “gran
familia” de mis queridas Casas que no deseo hacer constar aquí por el temor a omitir
alguno, y son muchos, y porque no deseo hacer de menos a los que, sin duda,
hubiesen querido ayudarnos, y lo han tenido que hacer en espíritu, pues el año
no ha dado para más. Y lo mismo hago con los amigos del alrededor, porque en la
vida es muy frecuente no dar cabida por error o desconocimiento a personas que
están dispuestas a ayudarnos, y sin embargo prestar tiempo, energía y hasta afecto,
a personas que uno considera importarles, y que en situaciones como la vivida
dejan totalmente expuesta su catadura moral.
El
pasado 14 de noviembre de 2014 se sometía Jesús a una intervención para
extirparle un colon muy afectado, y con la intención de prevenir males mayores
ante la evidencia de lo que la genética ya había repartido dramáticamente entre
los miembros más allegados de su familia: padre y hermana. Y así, lo que, según
el cirujano debería haber sido una noche en la UCI y una semana de
internamiento, se convirtieron en dieciocho días en la UCI entre la vida y la
muerte, las situaciones deben reflejarse como son, tres perforaciones
realizadas durante las intervenciones, peritonitis, fallo multiorgánico,
distress respiratorio … tres intervenciones quirúrgicas en cinco días y el
“regalo” de una ileostomía con su correspondiente bolsa.
El
milagro de la fuerza de Jesús, el buen estado físico con el que ingresó, y la
inolvidable mano de la intensivista Dra. Victoria Barrio Nebreda en la UCI, consiguieron poder subir a la
habitación en un estado muy precario a la persona que más quiero el 2 de
diciembre de 2014, donde tuvimos que permanecer hasta finales del mismo mes.
El
día que nuestras queridas prima y amiga Maribel e Isabel nos trajeron a casa, y
ya cuando me quedé solo con ese hombre de casi treinta kilos menos de los que
había salido, y una bolsa más, comenzó el año más arduo de mi vida, el más
trabajado dentro de mis posibilidades. Pero todo hubiera sido insuficiente para
cuidar una vida que creo querer tanto como a la propia, que sin la suya tendría
poco sentido.
Y
hasta aquí la parte terrible, necesaria de contar como argumento, como
explicación, a esto otro que quería agradecer, y que queda reflejado de alguna manera
en las imágenes.
Antes
de la intervención nefasta nos habíamos despedido en Santo Domingo de la
Calzada de nuestra querida ruta por Paradores para, si podíamos, de acuerdo con
lo que nos había dicho el galeno, pasar la Nochebuena el 24 de diciembre en el
Parador de Málaga Gibralfaro, alojarnos después en Málaga Golf, y llegar al nuevo
Parador Cádiz que aún no hemos podido conocer. Y si la recuperación era un poco
más costosa, en febrero en Granada, en la Torre del Alba del querido Parador,
donde Jesús tenía gran ilusión por llevarme para que a la vista de la gravedad
de mi dolencia visual pudiera ver aún en la medida de mis limitadísimas
posibilidades, uno de los más queridos paisajes del mapa de mi vida. Y después,
en mayo, haríamos un encuentro con amigos en el no menos querido Parador de
Ávila, mis orígenes en Paradores.
Por
ello, y porque sabía el tirón que tenía para Jesús ese compromiso, cada vez que
le llevaban a practicarle una nueva intervención a la desesperada, le decía por
el pasillo por el que iba su camilla: “recuerda que tienes que llevarme a
Granada, me los has prometido”. Y el siempre asentía en la forma que su estado
le iba permitiendo, pero siempre.
Cuando
ya se vio en la habitación después de como dice su espléndido internista, (el Dr. José Mora Sainz que,
junto a su esposa, Laura, forman parte ya de esas personas a las que guardar siempre en nuestras vidas afecto y agrdecimiento) “llamar a las
puertas de San Pedro…”, me dijo con mucha preocupación que “teníamos que suspender
lo de Cádiz, que no se encontraba con fuerzas para ir a Granada en febrero, y
que no sabría si podría ir a Ávila en mayo…”. Estoy seguro de que a pesar de lo
exhausto que se encontraba, no sabía todavía tanto como yo, lo fundamentadas que
estaban esa falta de fuerzas que no de ánimo, que nunca le faltó, y mis dudas
de que fuésemos a poder volver, y lo poco que me importaba eso ante lo que
estaba dispuesto a luchar porque se quedase el.
Pero
ser navarro de la Ribera tiene su aquel también en estas ocasiones, y yo también
soy de una contumacia que puede llegar a asustar. Así una mañana del mes de febrero
de 2015, después de haberle “empujado” medida y convenientemente, y no solo yo,
sino su fisioterapeuta Abraham, su logopeda Sara y sus médicos de asistencia domiciliaria
(otras personas a las que no olvidar ni dejar de agradecer jamás), cogimos un
Cercanías para Alcalá de Henares, muy cerca de nuestra casa, Ciudad de letras y
con Parador, dos de las más grandes ilusiones de Jesús. Mi intención era que tomase
algún aperitivo en la cafetería, quizá un sándwich si le apetecía, que volviese
a respirar aire de Paradores.
Pero en la puerta del mismo estaba esa mano amiga y profesional que podría ser espléndidamente, ya lo había sido antes, el embajador de todos los demás, y yo sé leer en el brillo de la mirada de Jesús. Por tanto en unos minutos le encontré sentado en la Hostería del Estudiante ¡nada menos! repleta de gente, pero en la que hubo un hueco milagroso para él. Y ahí disfrutó, entero y verdadero de su primer menú en Paradores post vuelta a la vida. No recuerdo en este momento nada más emocionante en mi vida durante muchos años. Para él era un menú de supervivencia, pero en Paradores y en Alcalá de Henares y conmigo; es decir volver a la vida. Tal es así que estoy seguro de que no se enteró de ninguna otra cosa que pasara a su alrededor que no fuesen los platos y la alegría de vivir.
Pero en la puerta del mismo estaba esa mano amiga y profesional que podría ser espléndidamente, ya lo había sido antes, el embajador de todos los demás, y yo sé leer en el brillo de la mirada de Jesús. Por tanto en unos minutos le encontré sentado en la Hostería del Estudiante ¡nada menos! repleta de gente, pero en la que hubo un hueco milagroso para él. Y ahí disfrutó, entero y verdadero de su primer menú en Paradores post vuelta a la vida. No recuerdo en este momento nada más emocionante en mi vida durante muchos años. Para él era un menú de supervivencia, pero en Paradores y en Alcalá de Henares y conmigo; es decir volver a la vida. Tal es así que estoy seguro de que no se enteró de ninguna otra cosa que pasara a su alrededor que no fuesen los platos y la alegría de vivir.
La
Hostería, y quienes la atienden le dieron fuerza para dos meses después, en
abril, plantearnos la primera pernocta (como en la mili) fuera de casa, en nuestro
“Parador de cabecera” por ser el más cercano: Chinchón, donde la preciosa
habitación, la espléndida Cocina, el inolvidable jardín, y siempre la mano de
la gran familia, le devolvieron a Paradores ¡Y además aquí ya llegó conduciendo!
Todo
lo demás, siempre con el esfuerzo que debemos ponerle, ha sido un rosario de emociones,
amistad, cuidados y consecuciones. Así, conduciendo de nuevo, llegamos
dieciséis días después un poco más lejos, al precioso Castillo de Oropesa
mientras rescataban a una princesa de verdad en sus almenas, y a una de las
habitaciones más preciosas e históricas que puedan encontrarse en la hotelería
mundial. De nuevo la mano de la gran familia, y el Comedor con vistas al campo
Arañuelo obraron el milagro. Y muy particularmente el recuerdo de la visita de
unos de los bebés más preciosos que hemos visto nunca. Jesús se ha dedicado a
la docencia por su amor a la infancia y a la juventud y su generosidad y responsabilidad
con ellas son proverbiales y muy constatadas en su biografía. Y en cuanto a los
bebés va por la calle girando cabeza cada vez que ve un carrito.
En
el mes de mayo se cumplía un año que se habían casado en el Parador de Sigüenza
nuestros amigos Aurora y Alfonso, y en el mismo Parador quería conmemorarlo
junto a unas cuantas personas queridas entre las que teníamos la inmensa suerte
y el agradecimiento de estar invitados nosotros. La nobleza del Castillo y la
de la amistad, y el paseo por el mapa de la geografía vital de Alfonso fueron
un bálsamo para Jesús, e hicieron la estancia inolvidable.
Y
ya en el mes de junio no podíamos esperar más para volver a nuestro querido
“Raimundo de Borgoña” en Ávila, que tan cerca está e Madrid, y tan metido en mi
corazón. Difícil expresar lo que supone volver a esa Casa con Jesús tras lo
arriesgado, no tengo letras. A la entrada en el Parador, la armadura de mi vida
tenía un sobre dirigido a nosotros debajo del brazo con un mensaje inolvidable.
E imposible expresar la cara de Jesús ante el espejo del baño de nuestra
entrañable habitación en la Torre a la que nos acompañó uno de los miembros de
la gran familia más apreciado por nosotros, de los amigos que mejor saben sonreír
y acoger desde una recepción, y que podría representar espléndidamente a todos
los demás. Afortunadamente quedó una imagen de ello.
Y
cuando en ese mismo mes pensé en buscar una piscina en Paradores, otro de los
momentos de más tirón en este año para Jesús, no podía ser otro que “el último
albergue”, ese emblema del acogimiento de la Red, de su Historia, que es el
Parador de Manzanares. Para nosotros Manzanares y amistad son la misma cosa,
Así que, como diría su querido Jefe de Comedor ¡Miel sobre hojuelas!
El
día de mi Santo en Julio nos fuimos al principio de Paradores, al Parador de
Gredos, por el que ambos sentimos debilidad, buscando un poco del frescor de
sus pinares, y el calor de su Historia. De nuevo las manos amigas completaron
lo inolvidable del viaje.
Una
de las cosas que más nos han unido a Jesús y a mí en estos veinte años de
convivencia ha sido nuestra pasión por el teatro. Por ello, como ya habíamos
ensayado llegar a Manzanares sin problemas de infraestructura, a Manzanares
volvimos para desde ahí ir al Festival de Teatro Clásico de Almagro.
Concretamente a ver “El sueño de una noche de verano”, obra capital en mi vida
de aficionado, y cuya música incidental compuesta para ella por Mendelssohn sonó
en día que nos casamos en Tudela. Aprovechamos este viaje a Almagro para ir a visitar
a queridos amigos del Parador que se habían preocupado por Jesús y llamado por teléfono
durante los peores momentos. Inolvidable la representación de Tim Robbims, y un
logro más para Jesús en un montaje obra que duró cuatro horas.
Ya
en agosto decidimos hacer más largo el viaje, en coche y sometidos a mas inclemencias
por el calor (una de las secuelas de la adversa operación, obliga a Jesús a
ingerir diariamente cuatro litros de líquido, preferiblemente agua), y nos
fuimos al precioso Parador de Córdoba “La Arruzafa”. El Parador y su gran
familia por si mismos reunían el acicate para llegar hasta ahí, pero la
causalidad (no creo en la casualidad) propició que acabase de integrarse a la
plantilla del Parador una de las personas que, junto a su mujer, más queremos
dentro de esa querida Red, y que mejor sabe lo que representa la misma, y lo
que representa para mí. Nos había llamado varias veces durante el internamiento
de Jesús, y la alegría de encontrarnos fue grande.
Y
otro del precioso pilares de la Historia de Paradores junto a Gredos y Oropesa,
el Parador de Úbeda, fue el elegido por Jesús, por su gusto y recuerdo de otra estancia
en el mismo, para pasar el día de lo que podríamos considerar su primer
cumpleaños. Entre la gran familia del Parador de Úbeda están también personas
queridas ya desde la recepción, y ellas, el patio, la maravillosa Cocina, la preciosa
habitación, y la fecha hicieron el resto y la compensación de este ya largo
viaje.
Cinco
días más tarde volvíamos al Parador de Alcalá de Henares, donde en febrero, en
la Hostería, habíamos retomado sin saberlo la ruta, pero esta vez lo hicimos acompañados
amigos, esa pareja espléndida y entrañable que forman Ángeles y Julián. La
velada fue corta, pero se nos hizo más corta aún por lo grata. Es un remanso de
paz estar y cenar con ellos. Además nuestros acogedores y queridos amigos del buque
insignia de la modernidad de Paradores, que saben cuánto nos gusta conocer
habitaciones distintas en la Red, nos descubrieron gentilmente otra preciosa
habitación del extenso catálogo que supone el establecimiento.
Unos
días más tarde volvimos al incomparable Parador de Guadalupe a cumplir una
promesa que otras personas habían hecho por nosotros, y que luego decidieron no
cumplir. A nosotros nos enseñaron que cumplir con lo prometido es esencial en
la vida y para ella, y si, además el alojamiento va a ser una de las preciosas
habitaciones de la parte histórica del Parador, y se puede cenar en su jardín,
la recompensa ya se encuentra ahí. Además de una de las piscinas favoritas de
Jesús.
A
principios de septiembre quiso Jesús ir a su tierra: Tudela, y mía de adopción
desde que nos casamos, pues sus compañeros y compañeras de estudio del
instituto celebraban una reunión después de muchos años. Y como Tudela todavía
no tiene Parador, y Olite está pasada esta, nos alojamos en otro de nuestros
Paradores de referencia: Calahorra. Este establecimiento supone para nosotros recuerdos
propios, recuerdos de otros amigos que han contribuido a lo que hoy es, amistad,
y una estupenda gastronomía y profesionalidad en la forma de servirla. Ahí
cenamos junto a muchos integrantes de la Vuelta Ciclista a España. Y de Tudela
qué decir, es mi tierra.
El
día 28 de septiembre retomamos el tren para viajar, y pudimos llegar por fin al
luminoso y alegra Parador de Málaga Golf, y escuchar por primera vez en ese año
el rumor del mar desde la habitación y después de cenar entre amigos. Ese fue
un viaje muy emocionante para nosotros, pues, como en Úbeda, pudimos estrechar las amistosas y
profesionales manos de dos de los más grandes artífices de un pilar fundamental
de la historia de Paradores: su cocina. Pero además, y formando parte de esa emoción
pudimos poner cara y voz a dos amistades que hasta entonces lo habían sido solo
virtualmente, Cristina y su marido, y José
Francisco y su esposa. Inolvidables encuentros.
Y
ya el día 27 de octubre Jesús pudo cumplir esa promesa que un año antes me repetía
en la UCI de poder llevarme, acompañarme, en la Torre del Alba del Parador de
Granada. Cualquier persona que esté un poco cerca de nuestras vidas, o haya
leído antes algo de mi expresión de amor por Paradores sabe que no podría
encontrar palabras en este momento para describir lo que supone para mí Granada
y su Parador. Si acaso deseo recordar que mi anterior pareja, Gerardo Velázquez
Cueto, que perdí por su muerte a los treinta y cinco años, era granadino.
También que tuvimos una casa en Almuñécar para veranear… y tantas cosas y
tantos sentimientos que no tienen cabida en este momento, pero que cuando estoy
en Granada me hacen sentir la responsabilidad y el amor de ver Granada con
cuatro ojos por más que los mío flaqueen.
En
el Parador de Granda se encuentra otro granadino que es una de nuestras más
queridas personas en Paradores, y el y la familia del Parador hicieron aún más
emocionante el cumplimiento de esa promesa de vida. Y también pudimos estrechar
la mano del amigo responsable de que todo ese mundo que pasa por ahí y se
sienta a la mesa, se vaya contento y satisfecho a pasear por uno de los más
importantes monumentos de la humanidad.
Y
por si fuese poco, una de las tardes conocimos al fin a Amparo otra granadina
de lujo con la que habíamos coincidido en la desaparecida red social de
Paradores “Paradores Activo”, y cuya lucha al lado de su marido para
proporcionarle lo mejor en cada momento y una vida más que digna dentro de una
severa enfermedad que se le manifestó hace años, deja en pañales mi esfuerzo al
lado de Jesús. Amparo nos insufló un chute de lucha, de energía. Fue un gran
placer, y una lección poderla conocer y aquel largo café que compartimos Cuesta
de Gomerez abajo.
Antes
de marcharnos de Granada Jesús pudo volver a encontrar sus dulces preferidos,
que también lo eran de Gerardo, con quien las descubrí “sus Maritoñis”
granadinas, que no las distribuyen en Madrid y ni tan siquiera en toda
Andalucía… pero sí muy cerca del Parador de Málaga Golf donde ya las había
buscado y encontrado.
Este
largo artículo no es más que una síntesis de agradecimiento, y poco a poco lo
iré desarrollando y mostrando imágenes de su contenido.
En
fin, una noche durante esta gira e recuperación distinta a la de la UCI, miraba
la cama de Jesús y su corazón mimado, tranquilo bajo una manta azul con el logo
de ese otro Corazón que dio identidad a Paradores, y recordaba todo ese tiempo
en el que mañana y tarde, tras veinte minutos, me iba de la UCI dejando
maltrecho el cuerpo y el corazón de quien más quiero, y con la duda de si lo
encontraría latiendo la vez siguiente… Y pensaba en cuánta suerte tenía ahora en
disponer de toda la noche a su lado para seguir intentando colocar en mi asustada
mente cada cama en su lugar.
Gracias
de todo corazón.
(Aprovecho este espacio dedicado a Jesús para dejaros su blog por si deseáis pinchar y leer algo más en sus propias letras):
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