No
deseo resultar simplista, ni ingenuo, y sí realista pues a la realidad me remito.
Una
vez ejercido el 20 de diciembre de 2015 el derecho al voto por parte del
pueblo, o sea de los míos, no puedo comprender qué les lleva a volver a premiar
al Partido Popular (PP) con resultar de nuevo el partido político más votado
por la mayoría, esta vez no absoluta ¡hubiese faltado más! en el Parlamento, y
a la mayoría absoluta, ahí sí, en el Senado.
Durante
los cuatros últimos años, por no hablar de uno mismo, que no resulta empático, he tenido que sufrir el sufrimiento, valga la
redundancia, y soportar las quejas, el
disgusto, la amargura, las lágrimas, las malas noches de muchas personas a mi
alrededor a las que han dejado a sus hijos sin becas, a sus mayores sin
residencias, a sus dependientes sin prestación o reconocimiento, que les han
vendido la sanidad, les han cercenado la educación, les han desahuciado de sus casas, les han recortado todo lo
que han podido y hasta lo que no podían, les han quitado, eufemísticamente
“aplazado” como dicen, las pagas, les han dejado sin convenios en sus trabajos,
etc., y por último les han dejado sin trabajo hasta llegar a colocar al país en
la situación de desempleo y falta de respeto a los derechos en que se encuentra.
Todo
ello mientras les intentaban convencer desde un plasma que no eran rescatados
económicamente por otros países, y al
mismo tiempo que de sus espaldas, de las espaldas del pueblo, sacaban una y
otra vez cantidades ingentes de dinero público para, ahí sí, y de forma
preferente, rescatar las distintas entidades bancarias de los pufos
inconmensurables de la cadena más grande de corrupciones y corruptos en la que
España se ha visto y se ve inmersa.
Bastantes
de estos aspectos han quedado claramente constatados por el voto de castigo al
PP, otorgando la confianza a opciones antagónicas. Pero la realidad es la
realidad, y las urnas arrojan que el Partido Popular ha vuelto a ser el partido
más votado por los y las españolas. E incluso que, si nos descuidamos un poco,
con la ayuda de esa otra derecha a la que le ha ido peor, hasta hubiesen podido
sumar y hacer en España lo que están haciendo en Madrid desde las últimas
elecciones autonómicas, que es, si cabe, empeorar lo anterior en muchos
aspectos.
Sinceramente,
ante mi desconcierto, vuelvo a pensar algo que hace años, cuando todavía podía
escribir yo al teclado la cosas que pensaba, me repiquetea la cabeza, y es si
toda esta obstinación de fustigarnos del pueblo español no nos procederá de algún
gen (partícula de material genético que, junto con otras, se halla dispuesta en
un orden fijo a lo largo de un cromosoma, y que determina la aparición de los
caracteres hereditarios en los seres vivos…). Que como quiera que algunas
generaciones durante cuarenta años tuvimos que aprender a vivir bajo una
dictadura, no haya mutado en nosotros algo que, inevitablemente, aunque
deseemos y declaremos votar a otro partido que no sea el PP, nos conduzca como plasmados una y
otra vez a coger irrefrenablemente su papeleta y a introducirla en la urna muy a
pesar nuestro. De verdad que apelando al campo de la coherencia y la
inteligencia no se me ocurre nada distinto visto lo visto.
No
puedo entender cómo después de lo que han hecho en y con la Red pública de
Paradores de Turismo de España en los últimos años, todavía pueda existir la
posibilidad de que en el reparto de los posibles pactos, puedan volver a
“premiar” a una persona del PP para su máxima responsabilidad o para la
comparsa.
Creé
hace algunos años este blog para hablar de Paradores, no para lo que estaban
haciendo con Paradores, pero la necesidad creciente, y cuando uno ve tan mal
tratado lo que ama, no es que olvide los paisajes, los castillos, los palacios,
los conventos… el patrimonio hermoso de España,
es que se ve uno impulsado, incluso aunque no vea, a intentar defender
lo que ama, lo propio, lo de todos, de alguna humilde manera.
No
se resigna uno a verlo diezmado, externalizado, repartido, ninguneado. A no
poder entrar a unos comedores, o encontrárselos sin mantel y sin personas que
los pongan, donde no hace tanto se servían maravillas del país que durante su
Historia han hecho mucho por él y por su prestigio, procedentes de unas cocinas
en muchísimos casos semivacías ya.
Y
aunque los ojos ya no le respondan a uno para lo que la mente sí ve, pide uno que
le escriban de esto en lugar de los paisajes, las familias, las localidades,
los platos… que lleva en la cabeza desde un día que, por fin, consiguió entrar
en un Parador, Nacional entonces, “Raimundo de Borgoña” de Ávila. Y que es de donde
en las horas más adversas de la vida debería uno tirar, debería uno albergarse
(preciosa palabra de inicio) para intentar vivir mejor de lo que el PP nos
deja.
La
vida en el mejor de los casos en muy corta, y la mía, también en el mejor de
los casos ahora ya, a diferencia de aquella mañana en Ávila, mucho.
Sinceramente,
por lo que he visto en la familia de mi cónyuge que me escribe estos
pensamientos, y por lo que no veo en la mía, creo que la genética es
inexorable, y que mientras la del pueblo español sea seguir dando mayorías votantes
a los neoliberales que nos han dejado como estamos en España y en Paradores, yo
debo tirar de mis genes de sentido común, que los tengo, y volver a los
paisajes.
En
ellos siempre nos seguiremos viendo.
Buenas
noches y buena suerte.
FELIZ NAVIDAD, MUCHA ALEGRÍA, Y SALUD.
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